Por Jorge
Olmos Contreras
Alejado de los reflectores hasta hace poco tiempo, el Jefe de
la Unidad de Protección Civil Municipal del Ayuntamiento de Puerto Vallarta,
José Alejandro Arias García acaba de entrar a un laberinto sin salida debido a
graves señalamientos en su contra por excesos cometidos en su encargo público, cuyos
actos por lo menos ameritan un cese inmediato de sus funciones con su respetiva
acta administrativa y un proceso penal de por medio.
Este joven muchacho que ya está entrando a la madurez
equivocó el camino desde el momento en que permitió que a su vida entraran
malas compañías que le prometieron financiarle un negocio redondo que tenía que
ver con los servicios y trámites de protección civil, pero para eso le
exigieron que se metiera al Ayuntamiento –precisamente al área de bomberos—para
que un día llegara a ser el mero jefe de Protección Civil, cosa que logró.
Sus “padrinos” –íntimamente ligados a grupos del narcotráfico
que mandaron en Puerto Vallarta hasta antes de las famosas balaceras del
2008—lo apoyaron presuntamente en todo momento para alcanzar ese ansiado
puesto. Habrían sido ellos, sus mecenas del narco, los que supuestamente le habrían
apalancado con dinero de dudosa procedencia la camioneta que ahora sirve como
ambulancia de la empresa Fire Vallarta.
EL NEGOCIO
En Protección Civil, todos saben que el negocio denominado “Fire Vallarta”, es de Alejandro Arias,
aunque quien da la cara como representante de la empresa era Verónica Lizete
Paz Araiza, una muchacha que está relacionada sentimentalmente con el
funcionario público y a través de la cual se hacen todo tipo de trámites que
tienen que ver con la protección civil.
De hecho, a raíz de que el periódico Tribuna de la Bahía manejó una información donde acusaba a Fire
Vallarta de ser el negocio de Alejandro Arias –pues prácticamente se obliga a
los empresarios, pequeños y medianos a contratar la consultora de Arias para
que les entreguen los trámites de protección civil que, además son obligatorios
para que el Ayuntamiento autorice la licencia municipal de cualquier
establecimiento comercial—el funcionario cambió el nombre de la empresa que
ahora se denomina Omega Seguridad.
La firma de consultoría propiedad de Alejandro Arias –desde
luego con presta nombres-- sirve como pantalla de negocio supuestamente honesto
para que ahí se hagan todo tipo de trámites que después son aprobados con el visto
bueno del mismo jefe, es decir, del propio Arias.
Y aunque en su momento el alcalde Salvador González Reséndiz
pidió al entonces secretario general del Ayuntamiento, Jesús Sánchez Guerra –hoy candidato a síndico
municipal en la planilla del Archi—que se hiciera una auditoría a Alejandro
Arias para ver si existían irregularidades en Protección Civil, ésta jamás se hizo; por el contrario,
tanto Jesús Sánchez como Chavita encubrieron al señor Arias García.
EL COBIJO DE ADRIÁN
Por si esto fuera poco, el incólume e intachable –eso dicen
sus promotores—candidato del PRI a la presidencia municipal, Adrián Méndez
González, a sabiendas de los antecedentes de Alejandro Arias, ya le dio cobijo
en su campaña política, lo que nos habla del nivel y los alcances del equipo
del llamado Archi, donde incluso se le ha dado entrada a personas con muy graves
antecedentes.
De hecho, hay un sujeto que se incrustó en el equipo del
Archi que por lo menos se ha ganado un buen dinero jugando al secuestro exprés,
delito cometido en contra de uno de sus propios amigos; de ese tamaño son los
colaboradores trae Adrián Méndez.
Pero volviendo a Alejandro Arias, decíamos que entró a un
punto sin retorno porque lo publicado ayer por la reportera investigadora Noemí
Zamora Reynoso en el diario Tribuna de la
Bahía, no es nada comparado con otro tipo de señalamientos, estos más
graves, que ubican al jefe de protección civil en un grupo que, por lo menos,
debe ser investigado por delincuencia organizada.
LA MANO DEL NARCO
Y es que Alejandro Arias se dejó llevar por el dinero fácil
cuando se hizo amigo de Luis Fernando Gurrola Coronado –ambos se conocieron en
sus andanzas en la colonia Arboledas y anexas como La Bobadilla—aquél chavo que
se metió a las “grandes ligas” del narco y se animó a cuidar a uno de los hijos
del extinto narcotraficante Ignacio Coronel Villarreal (a) “Nacho Coronel” y
que después fue asesinado por presuntos zetas en un condominio del desarrollo Bay Green que se encuentra dentro del
campo de golf El Tigre propiedad del
magnate italo canadiense Graziano Sovernigo.
En Protección Civil hay empleados que comentan que Alejandro
Arias siempre presumió de su amistad con gente “pesada”; que es la que le
financiaba su empresa y que fue la que le habría comprado la ambulancia que ahora
presta servicios “obligatorios” a varios hoteles, so pena de caerles una
clausura de la Unidad Protección Civil.
Por estas mismas relaciones, al interior del cuerpo de
bomberos y protección civil del Ayuntamiento se ha bautizado al grupo de
Alejandro Arias como “El Cartel de los Cinco”, porque se han prestado a muchas
irregularidades que rayan en lo ilícito, como cuando escondieron por horas a un
policía que resultó herido cuando presuntos zetas atentaron contra el ex
subdirector operativo de la policía municipal, Raymundo Cruz.
El día del atentado contra Raymundo y que los “buenos
muchachos” de protección civil escondieron en las instalaciones públicas al
policía baleado, se presentó en el lugar el mismísimo Fernando Gurrola para ver
qué se les ofrecía a sus amigos.
El Cártel es Alejandro Arias y Fernando Gurrola (qepd), pero…
¿quiénes son los otros tres?
Eso lo dejamos pendiente.
CUENTAS PENDIENTES
Pero eso no es todo en la vida de Alejandro Arias, ya que
existe una historia en espera de ser develada que nos indica que el jefe de
protección civil tiene una cuenta pendiente con la justicia en la ciudad de
Guadalajara, donde un día de parranda presuntamente cometió un hecho muy
lamentable que tiene que ver con el más grave de los diez mandamientos bíblicos,
pero del cual salió bien librado por la ayuda “legal” y extra legal que recibió
de varios amigos para archivar el caso.
El mismo Alejandro Arias sabe a qué nos referimos y sólo él y
su almohada deben saber hasta dónde se involucró en un crimen que seguramente
no lo deja dormir bien, pero él y sólo él pueden dar una explicación al
respecto.
Nosotros les recordamos a los lectores que no somos
Ministerio Público, que sólo aportamos elementos periodísticos para que sean
investigados por la autoridad correspondiente.
Por lo pronto y si hay congruencia en los dichos y en los
hechos, el alcalde debe separar a este funcionario de su encargo mientras se
investigan las quejas de los comerciantes obligados a pasar por su empresa para
darles el visto de protección civil, mientras que El Archi –si tiene
pantalones—tendrá que desmarcarse de gente nociva para su campaña.
En las fotos que acompañan a esta columna se puede ver a
Alejandro Arias haciendo proselitismo por Adrián Méndez en horas de trabajo,
mientras en La Aurora se quemaban varios departamentos por la operación de un
comercio ilegal de fabricación de fritangas que debió haber sido clausurado por
Protección Civil.
INFORMACION
CLASIFICADA
OTRO GRAVE SEÑALAMIENTO
CONTRA ALEJANDRO ARIAS es la presunción de que varios vehículos de Protección Civil están
siendo ordeñados para sacarles gasolina y ponérselas a las camionetas que trae
El Archi en campaña.
Es urgente que Adrián Méndez se deslinde o dé una explicación
al respecto.
LA RESPUESTA A LA
PREGUNTA QUE HICIMOS EN EL SENTIDO DE QUE QUÉ HIZO RAMON CHAVEZ para que su hermana Verónica
amenazara en Facebook a sus otrora
seguidores, es que el motivador los traicionó. Les dijo que nunca se iba a
vender. Que el grupo al que también bautizaron como “el bunker” seguiría unido
peleando por posiciones para todos.
Pero un día regresó Ramón de Guadalajara y les dijo que
Aristóteles le pidió que aceptara ir en la planilla del Archi y ahí valió gorro
todo. Todos se enojaron, le dijeron muchas cosas y abandonaron el grupo. Después
en el Facebook no lo bajaron de
traidor, sobre todo porque sus seguidores pusieron dinero de su bolsa y Ramón
Chávez le dijo que ya que fuera regidor los compensaría, pero todos lo mandaron
al diablo.
Por ello, su hermana Verónica amenazó a más de uno con un:
“no saben con quién se meten”.
Bueno, con decirles que hasta les mandó a los policías
estatales a la casa de uno de los ex seguidores de Ramón Chávez para que vieran
que ella, Verónica, no estaba jugando.
Ver para creer.
EN CUANTO AL COLECTIVO
DE PERIODISTAS Y LA ESTAFA A VALERIA LOPEZ con su página de Internet, quien quiera investigar
debería voltear a ver a Ramón García, dueño del portal digital “Sabor a
Vallarta”, ahí está el hilo que lleva a la madeja.
Pero la historia es larga y por hoy el espacio se nos
terminó.
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