miércoles, 22 de marzo de 2017

COLEGIO TEPEYAC DEJA A ALUMNOS A SU SUERTE ANTE CONTAMINACIÓN DE LADRILLERAS EN VALLARTA



Por Jorge Olmos Contreras

Si usted piensa inscribir a su hijo en el colegio Tepeyac para el próximo ciclo escolar, piénselo dos veces, toda vez que esta empresa educativa no ha hecho prácticamente nada para exigir a las autoridades que terminen con la contaminación que provocan –de día y de noche—las ladrilleras que operan a unos cuantos metros del plantel y que representan un grave foco de salud pública para cientos de alumnos que estudian en esa escuela privada.

La Dirección del Colegio Tepeyac, a cargo de Claudia Medellín, a quien todo parece indicar no le interesan los niños, sino hacer negocio, ha emitido escuetos boletines entre los padres de familia, en donde miente descaradamente acerca de los incendios que se generan alrededor del colegio, ocasionados por la quema de basura, de leña para cocina, y por el encendido de hornos en donde se cuecen ladrillos, tejas y otros materiales para la construcción, pero principalmente tabiques.

La situación ya es desesperante para muchos padres de familia, que sólo ven cómo sus hijos están expuestos a todo tipo de contaminantes que producen las ladrilleras y cuyo humo tóxico les llega directamente a los salones de clases y, sobre todo, en el momento en que los escolares salen a recreo o a realizar actividades físicas.

LA COMUNIDAD DEL FUEGO
Nos dimos a la tarea de recorrer la “comunidad del fuego”, un espacio prácticamente escondido entre la maleza que rodea el colegio Tepeyac por la Avenida Manuel Lepe, el Centro de Convenciones por Paseo de Las Flores; la planta de tratamiento y Cárcamo del Seapal por la Avenida México y una franja que comprende una parte del llamado 1º Callejón a Las Mojoneras. Aquí vive una pequeña sociedad, que va desde “paracaidistas”, pequeños propietarios, ejidatarios que pelean derechos al ejido Las Juntas, vagos, hombres que usan parte del suelo como taller mecánico y ladrilleros, éstos últimos son el grupo más representativo, y tienen quemando hornos muchos años, una actividad que también se practicaba en Mojoneras y que ha venido a menos.

Sin embargo, la construcción del Colegio Tepeyac fue autorizado por el ex presidente municipal, Salvador González Reséndiz, quien nunca reparó en el daño que ocasionaría a alumnos y personal docente el constante humo de las ladrilleras, a cuyos dueños se ha tratado de reubicarlos por varias administraciones, sin éxito.

Quizá ha faltado voluntad política por parte de los gobernantes, pero la pasividad con que se han comportado los directivos del Colegio, raya en lo irresponsable, ya que los estudiantes, en su mayoría niños y niñas, adolescentes y jóvenes en formación, están expuestos a contaminantes muy dañinos para su salud.

TAPAR EL SOL CON UN DEDO

No obstante, la Directora del Colegio prefiere ocultar la realidad a los padres de familia, que por sí solos han investigado y acudido al sitio desde donde emana el humo tóxico de las ladrilleras, y se han percatado que los dueños de estos negocios artesanales queman todo tipo de madera, basura y lo que encuentran, con tal de poner a funcionar sus hornos y poder vender su producto.

Supuestamente había un acuerdo para que los hornos se prendieran sólo de noche, pero quizá fue sólo de palabra, pues las quemazones comienzan desde muy temprano, y todo el humo va a parar al colegio Tepeyac y colonias vecinas.

Lo peor es que en esta “comunidad del fuego”, todos, o casi todos usan leña y basura para cualquier actividad. Algunos cocinan en fogones al aire libre y otros simplemente queman la basura por el gusto de quemarla, o para que no se acerque el camión del Ayuntamiento a recoger los desechos.

LOS PUNTOS CRÍTICOS

Los focos que se han detectado son quema de basura todos los días en la zona, hornos de ladrilleras prendidos a diario por las mañanas; fogatas para cocinar, ahuyentar mosquitos y en época de frío, lumbre para calentarse hasta por seis horas. Todo esto, en horario escolar
La zona de las ladrilleras es tierra de nadie, ahí nunca se ve una patrulla, ni tampoco algún inspector de ecología o de reglamentos del Ayuntamiento. Cualquier día podrían atacar a algún alumno dentro del perímetro, y nadie se daría cuenta.

Algunas empresas oportunistas, han colocado antenas emisoras y receptoras de señales de telefonía celular, sin importar las microondas y las frecuencias radiales que emiten y con las que bombardean a la comunidad, ni lo cerca que están del Colegio Tepeyac y del Centro de Convenciones; nadie regula nada, nadie interviene, es la ley de la selva.

CUOTAS Y SEGUROS PARCIALES

El Colegio Tepeyac ofrece servicios de pre-maternal, maternal, Kínder y Preprimaria, Primaria, Secundaria y Preparatoria. Las cuotas de inscripción van de los tres mil 267, a tres mil 629, seis mil 291, nueve mil 435, nueve mil 496 y nueve mil 557, respectivamente. Además, les exige a los padres de familia una cuota extra de “servicios especiales” por cuatro mil 385 pesos y una “cuota de orfandad y seguro de accidentes personales” (cuya póliza nunca exhiben) por mil 900 pesos.

No hay una cláusula que indique que el colegio se hace responsable si los niños se enferman por causa del humo de las ladrilleras.

Eso es tan sólo en la inscripción, pero si usted quiere entrar a este mundo contaminado de humo, tiene que pagar colegiaturas que van de los cuatro mil 111 pesos, a los cuatro mil 568, siete mil 194, ocho mil 144, ocho mil 771 y hasta la más alta, que es la de preparatoria, de nueve mil 396 pesos mensuales, para el ciclo escolar 2017-2018.

Y vaya que los del Colegio Tepeyac son exigentes, pese a este grave problema de contaminación, toda vez que piden que los pagos se hagan durante los primeros 10 días naturales de cada mes, pues la omisión conlleva una penalidad de 300 pesos por recargos por mes y el tope máximo de recargos es de 600 pesos mensuales, es decir que, si usted se atrasa más días, es probable que le pongan a su niño de patitas en la calle.

LOS CONTAMINANTES

En una investigación por separado, nos dimos cuenta que las ladrilleras generan contaminantes altamente peligrosos para los humanos.

Por ejemplo, en la página www.educame.com, se indica que las llamadas IRAS (Infecciones Respiratorias Agudas), están provocando la muerte de miles de niños en diferentes puntos del planeta.

En América Latina: 4 millones de niños mueren al año por IRAS, relacionadas con la contaminación atmosférica. Tanto en lugares cerrados (cocinar a leña), como en lugares externos (industria), y en los primeros se señala los datos de salud, de los habitantes de las zonas de producción de ladrillos.

Un estudio de Calderón A. Christian H. 2004., “Historia del ladrillo”, de la Universidad Nacional de Colombia, indica que la fabricación de ladrillos del corregimiento de Criollo, es decir, cocidos de forma artesanal, se ha convertido en un problema ecológico.

Éste es el caso de las ladrilleras, debido al tipo de combustibles que se utilizan para la cocción de esos productos: leña, llantas, madera, plásticos o textiles, entre otros, que al ser quemados, emiten una gran cantidad de gases a la atmósfera, como monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, bióxido de azufre y partículas sólidas, señala el informe.

La gran mayoría de ladrilleras de Criollo son microempresas que presentan un alto grado de informalidad y utilizan técnicas artesanales para la fabricación de sus productos. Estas plantas de fabricación están representadas básicamente por el horno y un espacio de terreno como patio de labranza, además emplean hornos fijos de fuego directo, techo abierto y tiro ascendente para la cocción también denominada quemado o simplemente quema de ladrillos, especifica.

El uso de estos últimos materiales como combustible –subraya el estudio-- genera emisiones de gases altamente tóxicos y cancerígenos como óxidos de azufre (SOx), óxidos de nitrógeno (NOx), compuestos orgánicos volátiles (COV), hidrocarburos aromáticos poli nucleares, dioxinas, furanos, benceno, bifenilos poli clorados y metales pesados como As, Cd, Ni, Zn, Hg, Cr, V, etc., estos elementos y compuestos provocan irritación a la piel, ojos y membranas mucosas, trastornos en las vías respiratorias, en el sistema nervioso central, depresión y eventualmente cáncer; características que los hacen inaceptables para ser utilizados con este fin.

Así las cosas, es un hecho que los humos, vapores, gases y cenizas volátiles, que resultan de la combustión de estas ladrilleras, son arrastrados por el viento y dispersos hacia las zonas habitacionales, pero principalmente, hacía las aulas del Colegio Tepeyac.

DIÁLOGO DE SORDOS

Si ha habido diálogo con los dueños de las ladrilleras, ha sido un diálogo de sordos. Nadie ha buscado una solución a este problema, no hay una estrategia para reubicarlos, y de parte de los directivos del Colegio, menos. Ellos sólo quieren dinero a manos llenas, a costa de la salud de los estudiantes.

Los valores ético-morales de políticos y directivos del Colegio no existen, los hacen a un lado cuando se trata de llenarse los bolsillos de dinero.
Una cosa si es segura: Las ladrilleras ya estaban en ese lugar antes de que se construyera el colegio.

No obstante, los niños no deben seguir expuestos. Se debe de hacer algo, antes de que sea demasiado tarde.


domingo, 12 de marzo de 2017

PÉRDIDAS MILLONARIAS OCASIONA INCENDIO PROVOCADO EN ASERRADERO DE CUALE, EN TALPA DE ALLENDE



Por Jorge Olmos Contreras

Durante la madrugada del domingo, manos criminales echaron gasolina a gran parte de la maquinaria que se utiliza para cortar madera en el Aserradero de Cuale, en el municipio de Talpa de Allende, tal y como lo constatamos varios medios de comunicación que acudimos al lugar de los hechos para tomar fotografías y video de este ataque a las instalaciones de esta que es propiedad ejidal.

Fue alrededor de las 3:30 de la mañana el momento en que varios habitantes de la pequeña localidad de Cuale escucharon un fuerte estruendo que provenía del aserradero, por lo que algunas personas acudieron al lugar para verificar que se trataba de explosiones de tambos de combustible y tanques de gas que se usan en la operación de grandes sierras cortadoras y otras máquinas que utilizan en la fabricación de madera para uso doméstico e industrial.

Sin embargo, también pudieron observar que la sierra cortadora, el equipo de carga eléctrica –éste sólo tiene un costo de 400 mil pesos--, un tractor, una camioneta, un tráiler y otros equipos ardían en llamas, así como toneladas de madera que estaban listas para ser comercializada, y que a las 15:45 horas de la tarde todavía estaban prendidas, por tratarse de ocote y otras maderas.

Una persona que estaba en el lugar del siniestro, comentó que era claro que el incendio había sido provocado, intencional pues, y que las pérdidas eran totales. El aserradero ya no podrá funcionar, no al menos hasta que se compre maquinaria nueva.

Sólo se salvó una vieja retroexcavadora y la parte frontal de un camión tipo torton, y éste último, gracias a que pudieron extinguir las llamas con una manguera.

Una gran montaña de aserrín que está a la entrada del aserradero, en un área de varios metros cuadrados, no fue alcanzada por el fuego, sino el incendio habría durado días y días, ya que este residuo de la madera es combustible natural.

Las pérdidas son millonarias, y el daño es incalculable en estos momentos, por lo que, por la mañana del domingo, habría acudido una patrulla de Talpa de Allende, quizá con un Agente del Ministerio Público para iniciar una carpeta de investigación y castigar a quién o quienes resulten responsables de estos hechos criminales.

Los afectados piden la pronta intervención del fiscal Eduardo Almaguer, para resolver el caso y obligar a los responsables a resarcir el terrible daño ocasionado.

En la zona, donde el columnista estuvo presente, trascendió que había un viejo conflicto entre ejidatarios y entre civiles que no están de acuerdo en la forma en que se explota madera, mientras que otros defienden su trabajo, ya que sí tienen permisos para operar y de ahí generan sus ingresos económicos.

También se especuló que por la madrugada escucharon el ruido de motocicletas, que quizá ahí iban las personas que ocasionaron el incendio.


El poblado de Cuale está a más de 600 metros de altura sobre el nivel del mar, tiene apenas unos 60 habitantes y está enclavado en plena sierra madre occidental, en el municipio de Talpa de Allende. De Puerto Vallarta, se llega por el camino al Paso Ancho.