Por Jorge Olmos Contreras
Pareciera que todo lo que huele al nuevo gobierno municipal
está predestinado al escándalo, a la corrupción y a la indolencia , toda vez
que ya casi se cumplen dos meses de que asumieron la administración y no se ve
un panorama claro de cómo Ramón Guerrero y sus regidores van a enderezar el
barco. Por el contrario, se vislumbran negros nubarrones sobre el horizonte,
debido a la postura asumida por el Mochilas en torno a su reglamento orgánico patito
y, sobre todo, por los numeritos que nos tienen preparados algunos de sus incondicionales
regidores.
Salta a la palestra el versátil Otoniel Barragán Espinoza, un
personaje campirano y folclórico que, en otro de los desaciertos del Mochilas
le asignó ilegalmente la titularidad de la comisión de seguridad pública, sin
siquiera revisar el perfil del regidor emanado del Partido del Trabajo, quien
ahora hasta pide camioneta blindada por “la peligrosidad” de su encargo.
Totalmente fuera de la realidad, el señor Otoniel Barragán se
ha ido a presentar incluso con los mandos militares de la ciudad para dizque
ayudar a combatir la delincuencia que azota a la ciudad y de paso les ha hecho
saber que él está muy interesado en las labores de vigilancia policiaca.
Ignaro, Otoniel cree que la labor de un edil comisionado a
Seguridad Pública es andar de cuico,
armado hasta los dientes y con carros salidos de las películas de Mario
Almada. Desde luego, nadie se ha preocupado por decirle que la función de un
regidor es otra, que debería adentrarse a las leyes y reglamentos para ver lo
que está mal y cambiarlo, o para proponer nuevas regulaciones y quitar las ya
obsoletas. Tampoco le han dicho que puede presentar al pleno, puntos de acuerdo
para mejoras en una de las áreas más neurálgicas de cualquier administración
municipal, la seguridad.
EN EL LIMBO
De plano, la mayoría de los regidores que acompañaron al
Mochilas en su aventura por conquistar la presidencia municipal, no tienen la
mínima idea de lo que es un puesto de elección popular. No encuentran su lugar,
no se sienten cómodos con la responsabilidad de representar al pueblo de
Vallarta; dan bandazos aquí y allá y en esa transición, de estar en una especie
de limbo, están cometiendo una serie de graves errores que alcanzan hasta su
vida privada.
Por ejemplo, dicen que anda con una jovencita oriunda de El
Tuito, la cabecera municipal de Cabo Corrientes, y que ella, sin imaginarse lo
que iba a provocar, subió al Facebook fotos comprometedoras que vinieron a
trastocar la vida doméstica y conyugal de Otoniel Barragán, al grado que de que
su mujer prácticamente lo corrió de su casa.
Gente cercana al propio Otoniel presumen que la muchachita,
de nombre María Guadalupe, trae un bebé en los brazos, al parecer otro retoño
del Don Juan Tenorio del Cabildo, el caballero de la milpa y las tierras de
cultivo, que ha hecho saber que la fertilidad es cosa sólo de hombres.
Desde luego, la vida privada de Otoniel Barragán nos debe
importar un comino a ustedes y a nosotros, pero cuando se trata de un
representante popular, de un regidor elegido por el pueblo y que cobra un nada
despreciable salario del gobierno, las cosas cambian; sobre todo porque Puerto
Vallarta necesita regidores serios, honestos, de probada calidad moral, que
tengan un comportamiento intachable tanto en su casa como en sus funciones
públicas.
Ya basta de remedos de regidores que sólo ansían el poder por
el poder. Que su objetivo era llegar a ser regidores para darle vuelo a la
hilacha y descuidar su verdadera labor, que es la de ser un férreo vigilante de
todo lo que sucede en Puerto Vallarta para no sólo presentar iniciativas al
interior del pleno, sino también para vigilarle las uñas al presidente
municipal y a sus directores.
LA MANO DEL CORONEL
Por ejemplo, no vimos que Otoniel, sí, el titular de la
comisión de seguridad pública, haya dicho algo con respecto a la intromisión
del Director de Seguridad Pública, Silvestre Chávez García en asuntos de
Protección Civil, cuando ordenó que se levantaran los sellos de clausura al
“Casino Vallarta” el jueves pasado en que unas mulas de mujeres maltrataron a
la reportera Dora Liz Terrón.
La actuación del coronel Chávez es digna de toda una
investigación, pero eso será tema en otro espacio, ya que el señor habría
intervenido para proteger intereses nada claros que mucho tienen que ver con
una ruta de la evasión fiscal y empresarios poderosos que están atrás del
“Casino Vallarta”, donde incluso se especula la mano del crimen organizado.
Pero bueno, volviendo a Otoniel Barragán, es tiempo de que ya
despierte, la campaña ya terminó, de que se ponga a trabajar en su nuevo oficio
de aprendiz de regidor. Tiempo tiene, y de sobra, para implementar toda una
estrategia que lo haga ver como un edil inteligente y no como un hombre
ranchero que da la impresión que sólo sirve para presumir su sombrero y sus
botas.
EL ENLACE DE LOS
ALCARAZ
Otoniel debe reflexionar y dejar a un lado aquéllos tiempos
en que servía como enlace entre los hermanos Alcaraz de Ixtapa-Las Palmas y
algunos periodistas pagados por la mano de los otrora poderosos Gabinos.
Que se olvide asimismo de sus amistades peligrosas que hizo a
lo largo del corredor Ixtapa-Las Palmas en los últimos tres años, donde se
afianzó con un personaje que traía asoleada a toda la población de aquéllos
rumbos.
Aunque aprendiz, Otoniel ya es regidor. Para bien o para mal,
ya es representante popular.
Llegó de la mano de Ramón Guerrero a la regiduría, pero su
origen es el Partido del Trabajo y su ideología es la de Manuel López Obrador,
que no se le olvide eso. Al Mochilas no le debe nada, de ahí la importancia que
reviste que se comporte como un regidor serio y no un Don Juan de caricatura,
en un viejo rabo verde que más bien parece asalta cunas.
Las cosas deben de cambiar, no se hace historia cometiendo
tonterías.
INFORMACION
CLASIFICADA
OTRA REGIDORA QUE NO
ACABA DE ENTENDER QUE LA FORMA ES FONDO, es Doris Ponce Aguilar, una chica que más bien parece la top model del Ayuntamiento que un edil
que está luchando por subsanar el área de reglamentos con nuevas propuestas,
como bien podría ser la de un moderno Reglamento de Comercio que se ajuste a
las necesidades del destino turístico y su vida nocturna.
Lejos de dedicarse de lleno a sus actividades, Doris Ponce se
la pasa en la vida alegre, recordando aquéllos años maravillosos que vivió como
empleada de la delegación de la Procuraduría de Justicia de Jalisco, donde hizo
tantas, pero tantas cosas, que su expediente no es precisamente de color
blanco.
Usted espere más información de la top model del Mochilas, no desespere.
CUAUHTÉMOC VILLALOBOS, OTRO
ESCANDALO EN PUERTA…
Es el que se le viene encima al “Director” de Reglamentos Cuauhtémoc
Villalobos, quien apenas había cerrado un desagradable capítulo de sus
circuitos por los table dances de
Puerto Vallarta, cuando ya trae colgados de la cola varios San Benitos que lo
van a hacer tambalearse… no precisamente en el tubo, sino en el puesto.
LO QUE NOS FALTABA… El alcalde Ramón Guerrero sigue
divorciado con los medios de comunicación de Puerto Vallarta, a quien sólo
utiliza cuando lo conviene, y cuando no, los desdeña, los margina y los hace a
un lado, como hoy en que decidió ir a Guadalajara para interponer varias
denuncias penales contra ex funcionarios de la administración del ex presidente
municipal, Salvador González Reséndiz.
Se le olvida que en Vallarta hay una delegación de la PGJ,
pero como quiere lucimiento con los medios tapatíos, a los de aquí los ve
chiquitos y orejones.
EL AYUNTAMIENTO DEL
MOCHILAS ANDA TAN MAL, PERO TAN MAL, QUE HACE unos días un funcionario regordete que trabaja en la
tesorería municipal, de esos importados de Guadalajara, encabezó una reunión
con los locatarios del mercado Río Cuale e hizo el pancho de su vida.
Resulta que a la junta fue el procurador social, Juan
Hernández, el regidor Otoniel Barragán, la regidora Doris Ponce y otros
funcionarios… y pues qué creen, que el tipo de la tesorería no conocía a
ninguno, se la pasó preguntando a los ediles qué quiénes eran y por qué estaban
ahí. A Juan Hernández casi lo saca de la antigua sala de cabildos con un “¿y
usted qué hace aquí?”.
La grosería fue más que evidente y el malestar de los presentes
también.
Lo peor fue cuando le preguntaron si sabía dónde estaba el
mercado Río Cuale y no supo contestar.
…Y uno se pregunta… ¿pues quién demonios nos gobierna?
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