miércoles, 23 de junio de 2010

PROVEEDORES...¿QUIEN ENGAÑO A ROGER RABBIT?

Por Jorge Olmos contreras
Dicen que luego de la tempestad viene la calma, pero parece que al presidente municipal le está lloviendo en su milpita, después de que la fracción de regidores de Acción Nacional dieron una muestra de unidad y congruencia política al rechazar el nuevo endeudamiento de 87 millones de pesos que el alcalde y su cuerpo de regidores priistas pretendían endilgarle a la comuna.
Conforme pasan las horas, desde el viernes negro que tuvo el alcalde el pasado 18 de junio, salen a relucir más detalles de la jugada de pizarrón que intentó hacer Chavita para meter en un embrollo a los panistas, tenderles una trampa y convencerlos de que el crédito sería destinado a “inversión productiva” y no al pago de proveedores.
Antes, engañó a los mismos proveedores al prometerles que si el pleno del Ayuntamiento aprobaba el empréstito bancario, les pagarían hasta el último peso, cuando la iniciativa presentada por el síndico Fernando Castro decía claramente que el dinero se requería para destinarlo a “inversión productiva”.
Sin embargo, en una declaración de prensa, Fernando Castro salió más Cantinflas que el mismísimo Mario Moreno y trató de pasar como “el Ilusionista” de Puerto Vallarta al afirmar que los 87 millones de pesos no eran para el pago a proveedores, sino para propiciarle “un ahorro al Ayuntamiento” y después ver cómo se pagaba la deuda a los prestadores de servicios y vendedores de productos del gobierno, que fueron contratados durante la administración de Javier Bravo.
EL ILUSIONISTA
El término que utilizó el novel síndico de la presidencia municipal, fue que los recursos se aplicarían a actividades de inversión pública productiva, con lo que –según dijo—se generarían ahorros en otros rubros y entonces pagar a los proveedores.
¡Por favor!, a quién le quiere ver la cara el hijo de Carlos Castro Segundo, pues está diciendo que tomarían dinero de diferentes partidas y rubros para pagar el saqueo de Javier Bravo (el pago a muchos proveedores dudosos) y con el crédito solicitado cubrirían lo que habrían tomado del presupuesto público.
El afán de engañar es claro, tanto de parte del alcalde como del síndico y de algunos regidores a quienes se llevaron al baile para convencerlos que “no hay de otra”, que “a huevo”, hay que endeudar otra vez a Vallarta.
En otras palabras, se quisieron pasar de listos con el mentado crédito, pues para que las cosas fueran legales, argumentaban que los 87 millones se utilizarían en “actividades de inversión productiva” y no en pago a proveedores, pero lo cierto es que sí iban a usar el dinero para pagar a los multicitados acreedores.
El engaño consistía en utilizar un mero formulismo legaloide para justificar el préstamo –con el término de inversión productiva—y una vez con el dinero en sus manos, destinarlo al pago de proveedores, sobre todo a sus amigos, parientes y compadres de los priistas.
LA MISMA PERRA, PERO REVOLCADA
Querían hacer exactamente lo que hizo Javier Bravo con el préstamo de los 450 millones de pesos, quien le vendió la idea a los regidores priistas y panistas --sin el voto de Miguel Ángel Preciado Bayardo (panista) ni del entonces síndico, Alfonso Bernal Romero (priista) —de que el dinero se destinaría a “actividades de inversión productiva”, y ya vimos que cogieron dinero hasta para cubrir gasto corriente, sin importarles violar el convenio que firmaron con Bancomer.
Quien tenga en sus manos el contrato de Bancomer con el Ayuntamiento, puede darle una revisada y verá con asombro que Javier Bravo dijo exactamente lo mismo que Chavita y que el síndico Fernando Castro, en el sentido de que el nuevo crédito sería para “acciones de inversión productiva”.
Por eso, es indignante que el mismísimo Chavita haya querido engañar a la opinión pública a y a los mismos proveedores, al culpar a otros de sus fracasos y su incapacidad para resolver el problema financiero del Ayuntamiento.
Todos sabemos que Chavita se va a aferrar a lo que sea con tal de proteger al hampón número uno de Puerto Vallarta, es decir, al ex alcalde Javier Bravo y su no menos ladrona tía, la ex tesorera municipal, Aurora Arreola Ureña.
EL ESPEJO DE CHAVITA
Y mientras siga en ese tenor, será muy difícil que la fracción panista, que al menos ha demostrado madurez y congruencia como oposición, le apruebe nuevos endeudamientos a Chavita y su camarilla de regidores, quienes se empeñan en que los contribuyentes todos de Puerto Vallarta, paguemos lo que se robaron sus compañeros de Partido.
Como lo hemos repetido en este espacio, Chavita y los regidores priistas sí pueden sacar adelante el pago a los proveedores, analizando y quizá votando caso por caso, pero para ello primero tienen que reconocer como deuda pública ese pasivo y después darle entrada a la votación.
Para pagar a los proveedores, uno por uno, en bloques o en paquetes ó definitivamente a todos, los priistas no necesitan la mayoría calificada –es decir, no requieren de ningún voto panista—sino mayoría simple, pero no quieren plantear esta alternativa porque Chavita teme que se afecten otras partidas no menos importantes del presupuesto municipal.
El miedo de Chavita además es porque al reducir el gasto de algunos rubros, ya no tendrá un amplio margen de maniobra para utilizar los recursos públicos como hasta ahora, a su antojo, donde no le importa, por ejemplo, destinar 500 mil pesos al festejo del día del maestro en vez de hacerles algo más austero ante las carencias financieras de la comuna.
El dinero destinado al gasto social, ni tocarlo, en virtud de que es la palanca que mueve la campaña política del propio Chavita –rumbo a un nuevo puesto de elección popular—y de su hermano, Rafael González Reséndiz, quien no tiene el menor empacho en soltar que él será el próximo presidente municipal que gobernará Puerto Vallarta del año 2013 al 2015.
Así las cosas estimado lector, usted debería preguntarse… ¿quién engañó a los proveedores?, si los panistas al no votar por una nueva deuda que pagaríamos todos los vallartenses, o los priistas con Chavita y Fernando Castro a la cabeza.
Y no, no es como la película ochentera de Robert Zemeckis y Richard Williams de dibujos animados titulada “Quién engañó a Roger Rabbit?”, donde es todo un rompecabezas adivinar o saber quién fue el personaje que cometió la infidelidad.
En la película que estamos viendo en el Ayuntamiento de Puerto Vallarta, podría haber muchos sospechosos y muchas Jessicas Rabitts del cruel engaño a los proveedores, pero no, sólo hay dos y sus cómplices: el alcalde Salvador González Reséndiz, el síndico Fernando Castro y nueve regidores, siete priistas y dos del pomposamente llamado Panal.
No hay más.
Por eso, no hay que darle muchas vueltas al asunto, el engaño tiene su origen, y la deuda a los proveedores, también.
INFORMACION CLASIFICADA
A PROPOSITO DE LOS PROVEEDORES QUE ESTAN EN SITUACION DE DEUDA con el Ayuntamiento, leímos con atención y sorpresa en el Vallarta Opina una columna de antología de Luis Alberto Alcaraz, donde por primera vez en su historia de periodista reconoce que recibió dinero de un Ayuntamiento –de la administración de Javier Bravo—y se auto acusa de ser corresponsable de la deuda que tiene el gobierno vallartense.
No sabemos si es un gesto de honestidad o una sinvergüenzada, pero mejor usted léalo estimado lector y saque sus propias conclusiones:
“Y aquí surge la obligación de hacer una reflexión en el grado de responsabilidad que todos tenemos en este problema, y digo tenemos porque mi nombre ya figura en la lista de proveedores a los que se les adeuda desde la pasada administración.
Todos hemos hablado de las barbaridades cometidas por el alcalde Javier Bravo, como la de destinar 145 millones de pesos a la compra de miles de luminarias que nadie, pero absolutamente nadie, le había pedido. Si existe ley en este mundo, Javier Bravo deberá ser enjuiciado política y penalmente por las atrocidades que cometió durante su gobierno, pero también es justo señalar que muchos fuimos partícipes de esas felonías, aunque fuera sólo por no haber señalado a tiempo los peligros de esas acciones. Funcionarios públicos y regidores de los tres partidos se embriagaron en una orgía de pillerías que hoy tiene al municipio al borde de la quiebra financiera, mientras la mayoría de los medios de comunicación avalamos esa lamentable situación. Fuimos cómplices por acción o por omisión, pero cómplices al fin. Por eso es justo que hagamos un mea culpa y reconozcamos la parte de responsabilidad que tenemos al haber avalado las tropelías de Javier Bravo, aunque está claro que de nada habría servido denunciarlo en su momento debido al mar de complicidades que tejió Javier Bravo durante los tres años de su gobierno. En cuanto a los proveedores, la mayoría cometió el pecado de meter dinero bueno al malo con la esperanza de hacer un buen negocio. Fue una jugada de alto riesgo y hoy están pagando las consecuencias.
Cualquier empresario serio sabe que no debe otorgar crédito más allá de lo razonable, de ahí que los acreedores tienen gran responsabilidad por haber seguido dando crédito a un gobierno que no tenías intenciones de pagar. A mí, en lo personal, el gobierno de Javier Bravo me pudo quedar a deber más de 200 mil pesos, sin embargo sólo me quedó a deber poco menos de 70 mil porque supe a tiempo que no valía la pena seguir facturando a sabiendas de que no habría pago en el corto plazo. Quienes reclaman hoy sus pagos debieron hacer lo mismo, frenar a tiempo para no correr los riesgos. Hoy el único camino es demandar, pero sólo aquellos que tengan bien sustentada su deuda podrán ganar el litigio. No hay de otra, el municipio a duras penas tiene dinero para operar, así que no pagará en el corto o mediano plazo”.
Nota: esta columna también la puedes consultar en www.laexplosiva.com y en el blog www.columnajorgeolmos.blogspot.com

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