martes, 12 de abril de 2011

PLAZA PENINSULA, UN INFIERNO PARA LOCATARIOS


Por Jorge Olmos Contreras

Un auténtico infierno es el que viven algunos locatarios que tienen la mala suerte de rentar un inmueble al interior de Plaza Península, propiedad del millonario Felipe Tomé Velázquez –a quien la revista Proceso relacionó como prestanombres de los hermanos Bribiesca, hijos de la ex primera dama del país en tiempos de Vicente Fox, Martha Sahagún--, toda vez que les ocasionan daños en sus cosas y propiedades, los hacen sufrir, perder dinero y en ocasiones hasta los despojan y los amenazan con someterlos a severos juicios sino acceden a sus caprichos.

Algo parecido, o peor, le sucedió a Omar Aburto Islas, un conocido restaurantero de Puerto Vallarta que rentó la terraza que se ubica al centro de Plaza Península y donde puso en operación el lounge bar “La Isla”, sin saber que se había metido en una pesadilla que no se la desea a nadie; todo, por la falta de palabra, respeto y violaciones al orden jurídico que cometieron en su perjuicio los administradores de la plaza por supuestas órdenes del administrador general de nombre Gustavo Felipe Tomé Velázquez, hermano de Felipe.

Omar Aburto –a quien en el medio restaurantero conocen como Tarzán--, indica que sus problemas comenzaron cuando los administradores de Península le dijeron que tenía que irse del lugar porque al dueño se le había antojado rentar la Terraza Uno a otro negocio que le redituaba mejor imagen y le “levantaba la imagen a la plaza”, el restaurante “De Santos”.

Entonces comenzó la pesadilla, ya que al defender sus derechos y negarse a entregar el lugar que con tantos sacrificios había rentado y al que le había invertido mucho dinero por las mejoras que le tuvo que hacer, los administradores de Península empezaron a molestarlo para que se fuera, con acciones ruines y cobardes como cortarle el suministro de energía eléctrica, de agua potable y ocasionándole daños materiales a la estructura de la terraza al abrir hoyos en la parte baja, y recientemente hasta cortar con soplete las vigas de acero que sostienen la construcción.

El relato de Omar Islas dibuja a la perfección la forma en que se conducen los empresarios Tomé Velázquez, que sin ningún respeto por las leyes ni por las personas, hacen lo que se les pega la gana con tal de perjudicar a terceros argumentando que son los dueños de la plaza y pueden hacer lo que sea, hasta pisotear los derechos de sus arrendatarios.

LA HISTORIA

De acuerdo con el afectado, las cosas empezaron el primero de marzo del 2010 cuando se encontró a la administradora, Dalila Covarrubias Guzmán, quien le enseñó la Terraza número Dos de la plaza por si le interesaba rentarla –la cual era sólo un techo sin ningún tipo de servicios--. Omar Islas le dijo que sí tenía interés, siempre y cuando le rentaran las dos terrazas, la uno y la dos. Ella le dijo que lo iba a consultar con el dueño, Gustavo Felipe Tomé Velázquez, quien dijo que adelante, que sí le rentaba los dos sitios.

Para esto, Omar Islas llevó al arquitecto Erick Alejandro Gallegos para trazar y medir cómo iba a quedar el bar en la terraza número dos y la otra la utilizaría como salón de eventos.

Sin embargo, al llegar a cerrar la negociación acordada y a un minuto de firmar, sonó el teléfono, era Gustavo Felipe Tomé quien le decía a la administradora que la terraza número uno no se podía rentar porque iban a traer un restaurante ancla muy famoso para el bien de la plaza.

“Yo me molesté mucho porque ya había gastado en el arquitecto, les dije que ya no quería cerrar el trato porque me iban a poner una competencia desleal, con más fuerte inversión, con los que yo no podría competir en el futuro”.

“Me retiré de la oficina y a los cinco minutos me habló Dalila Covarrubias diciendo que el dueño le iba a dejar en 11 mil 244.38 pesos más IVA la otra terraza, cerrando la cantidad en 15 mil pesos con un contrato a 10 años y ofreciendo la instalación de los servicios de agua y electricidad, que los de mantenimiento de la plaza les iban a poner (los servicios) sin ningún costo”.

“Yo estaba renuente a rentar porque iban a poner otro bar, pero me convencieron diciéndome que no iba a ver ningún bar en esa terraza, solo un restaurante internacional, por lo que cerramos el trato y les di, el 16 de marzo del 2010, dos cheques, uno por la cantidad 26 mil 086.96 pesos por concepto de pago de rentas anticipadas y otro por 22 mil 488.76 pesos por concepto de depósito en garantía de la terraza número dos”.

“Cerramos el trato y mi familia y yo estábamos ilusionados por cumplirse nuestro sueño de tener un negocio, sin nunca imaginar que iba a ser nuestra peor pesadilla, ya que al empezar el proyecto estábamos en espera de tener electricidad y agua que la plaza se comprometió en darnos; desde ahí empezaron las fallas, ya que se comenzaron a echar la bolita entre los de mantenimiento con los de la administración, hasta que me desesperé porque ya estaba pagando a la gente y los busqué”.

QUE SIEMPRE NO

“La administradora se me escondía, pero un día me la topé y le dije que me urgían los servicios, que qué pasaba, y me contestó que siempre no me iban a dar agua ni electricidad. Que su jefe le dijo que siempre no, que yo tenía que pagar la introducción de los mismos, que me recomendaba al señor Fernando de mantenimiento, que yo comprara el material y que él me iba a cobrar mano de obra barata”.

“Traje un camión cementero para ponerle a la terraza concreto de molde negro y poder tener servicio de conectores y hacer los baños, la cocina y la barra. Cuando terminamos, alrededor del 01 de abril, la intención era abrir para Semana Santa, sólo nos faltaba hacer la pérgola que nos protegería del sol, pero empezaron a frenarnos con excusas de que ya iban a empezar la construcción de la terraza número uno con el restaurante “De Santos”; que iba a ser muy alto y querían que yo subiera las bardas a 1.80 metros y cubrir mi lugar para que tuviera la misma altura que ellos, cuando yo ya tenía terminado mi barandal, mis baños y la fachaleta y tenia lista la madera para empezar con la pérgola”.

“Fue cuando me molesté más y les dije que yo les había dado un proyecto al inicio del trato de una terraza con techo y que no iba a subir las bardas, entonces empezaron las amenazas y los cortes de servicios como el agua y la energía eléctrica, me ataban de manos porque yo no podía continuar así. Tuve que rentar una planta de luz para seguir con mi proyecto”.

ANTE EL NOTARIO

Y agrega: “Cuando empecé la pérgola ya no dejaban pasar a mis trabajadores, por lo que llamé al Notario Público Número 05, Carlos Castro Segundo para que diera fe, pero la tal Dalila comenzó a gritarle al licenciado: Que quién era él, que ella, por órdenes de Gustavo Tomé, sacáramos todas nuestras cosas; que ya no podíamos seguir ahí, pero seguimos poniendo la pérgola. Al otro día subió de nuevo y con el teléfono en altavoz pasó una abogada muy grosera y que dijo que “me saque a chingar a mi madre”. Yo hablé con ella y le dije que tenía un contrato por 10 años y lo tenía que respetar, que por qué me hacían eso. Ella contestó que eso no era un contrato, que era una posesión y que me podían sacar cuando ellos quisieran, y de ahí se agarraron para tratar de querer hacerme firmar un contrato que jamás firmé, porque para mi la carta de aceptación de arrendamiento que celebré con Citicapital es un contrato de arrendamiento, ya que tiene fecha, cantidad y firmas interesadas del dueño y de un servidor”.

“Como no pudieron sacarme, mandaron a los de Obras Públicas y a los de Protección Civil para clausurarme, pero tenía todos los permisos en regla y además el bar todavía no estaba abierto”.

“Cuando ellos se dieron cuenta de que yo tenía lista la posesión para abrir, se acercaron amigablemente para ofrecerme dos locales muy granes en obra negra. Yo les dije que con todo gusto, pero que necesitaba el dinero de mi inversión para adecuarlos. Me dijeron que no, que me los daban sin dinero, que yo tenía que volver a adecuarlos y que mi renta subiría a 35 mil pesos más IVA, más mantenimiento y los años de contrato se bajarían a cinco en vez de 10, y obviamente no acepté”.

“Luego inició la construcción del restaurante “De Santos”, pusieron una malla negra alrededor para darle una vista espantosa a mi lugar y los clientes no se metieran. La administradora Covarrubias, muy apenada, por su cuenta decidió ponerme los servicios y ya no meterse conmigo, pero esto le trajo problemas muy serios con Gustavo Tomé, quien la habría amenazado de muerte y despedido injustificadamente”.

MENTIRAS Y ENGAÑOS

“Gustavo Tomé corrió a Dalila Covarrubias para enseguida contratar a otro administrador, Héctor Villacorta Ramos, haciéndolo mentir desde un principio a él y a su equipo de mantenimiento, al grado de que levantaron una denuncia en mi contra en compañía de la licenciada Myriam Orozco Madrigal, obligándolos a decir que yo entré armado con gente agrediendo a los de seguridad y que me apoderé de la terraza número dos a la fuerza y que no me pueden sacar por lo peligroso que soy”.

“Conseguí el teléfono de Gustavo Tomé y le hablé porque no podía creer todo lo que estaba pasando, pues pensé que esa clase de villanos sólo existen en las películas; me comuniqué con él y cuando le dije quién era, me dijo que estaba en una junta, que le hablara al otro día y me colgó. Le llamé al otro día a todas horas ya los otros días y jamás me contestó”.

“A los 15 días, cuando estaban por poner los baños del “De Santos” y que les urgía levantar todo el techo de madera que une las dos terrazas, me llamó Gustavo Tomé. Yo me puse muy contento porque pensé que íbamos a llegar a un arreglo, pero fue todo lo contrario, desde un principio me gritó y me amenazó diciéndome que la plaza era de él, que ya había intentado sacarme, pero que no podía porque yo era un corrupto y le había dado dinero a todas las personas de Vallarta, incluyendo a presidente (al alcalde), pero que yo no me iba a salir con la mía porque él tenía 40 abogados en todo el país y muchos millones de pesos para sacarme y acabar conmigo.

Que yo no fuera tonto, que le dejara meter una grúa para que levantara el techo de madera y pudieran poner el baño del restaurante. Yo le dije que no era corrupto, que lo único que hice fue rentar un lugar y creer en la empresa para invertir, trabajar y generar empleos, que por favor me dejara en paz o que me devolviera mi dinero”.
“Muy molesto, me dijo que él no iba a pagar nada porque él era el dueño, que no me iba a dar ni 20 pesos; yo le dije que no me los tenía que dar, sino que los tendría que depositar en el juzgado y me colgó sin decir adiós”.

“Al otro día, sin permiso subieron los albañiles a quitar todo, como el impermeabilizante del techo y aparte con un taladro hicieron varios hoyos que me provocaron daños, porque empezó a llover y el agua cayó sobre televisiones planas que acababa de comprar, bocinas del bar, en cocina y barra porque todo el techo que está abajo del principal es de tabla roca; todo se rompió y lo tuve que volver a poner”.

JACUZZI GIGANTE

“Les fui a comentar los daños y me dijeron que ya me saliera porque esto apenas empezaba y que me iba a salir muy caro porque no iba a dejar de tener mermas. Por fin, después de arreglar todo y estar harto, pude abrir el bar La Isla en agosto en pleno temporal de lluvias, que afectaron más el negocio; con el agregado que tuve que contratar personal de seguridad privada las 24 horas ante las amenazas constantes de cortes de luz y de no dejar pasar a mis invitados”.

“Pero eso no fue todo, una semana después de la apertura del bar, llovió muy fuerte y para mi sorpresa llegué y vi todos mis muebles nuevos flotando, ya que el administrador Héctor Villacorta mandó a tapar el drenaje fluvial; sin saber el motivo, bajé y me encontré a Villacorta y burlescamente me dijo que qué me parecía mi jacuzzi gigante. Le dije que mandara destapar porque iba a traer otra vez al notario. Me dijo que me reubicara porque iban a seguir las mermas y que esto era solo el principio, pero fue tanta el agua, que se comenzó a filtrar a 10 locales de abajo, rompiendo su plafón y echándoles a perder computadoras, muebles y todo tipo de artículos”.

“Cuando los locatarios le fueron a reclamar lo que había pasado, el administrador les dijo que yo tenía la culpa y que tenía que pagarles los daños. Ellos, hartos de la plaza porque a todos los removieron del primer local donde ahora está “De Santos”, dijeron que la plaza les tenía que pagar, sólo así destapó”.

“Lo más grave vendría cuando uno de mis guardias fue al baño, y vio que el tubo de drenaje estaba cortado y se estaba cayendo toda el agua. Me informó y yo, ya muy cansado de esta situación, fui con el administrador y le dije que iba interponer una denuncia penal por todos los daños; desde ese día ya no se metió conmigo, pero al igual que la primera administradora, lo presionaron y se tuvo que ir de la plaza”.

Omar Islas interpuso denuncia penal por despojo, daños en las cosas y lo que resulte por estos hechos contra el nuevo administrador de Península Adrián Valadez Rabasa y la gerente de Relaciones Públicas, Iveth Lepe, por lo que se abrió la Averiguación Previa 3135/10.

También promovió un juicio civil sumario de Interdicto de Retener la Posesión en contra de Citicapital S.A de C.V. y/o su representante legal Gustavo Felipe Tomé Velázquez y/o la administradora Dalila Covarrubias Guzmán.

A la fecha, las agresiones no se han detenido, continúan los trabajos en la planta baja en perjuicio del restaurante La Isla y hasta ahora ninguna autoridad ha podido parar a estos empresarios voraces e influyentes, para quienes al parecer no existen las leyes mexicanas.

Incluso, el nuevo administrador en forma déspota y prepotente advirtió a los locatarios: “vengo a educarlos”.

La amenaza se cumplió al cortar las vigas de acero que sostienen La Isla, ya que Protección Civil clausuró toda el área y cerró el restaurante, con los daños y perjuicios que ello implica a Omar Aburto por el cierre permanente de su negocio, que al final es lo que buscaban los administradores de Gustavo Tomé.

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