viernes, 27 de agosto de 2010

LA VULNERABILIDAD DE LAS PINKCHELADAS



Por Jorge Olmos Contreras
Apenas la semana pasada advertimos en el blog www.columnajorgeolmos.blogspot.com y el lunes en este espacio las consecuencias (indeseables) que podrían originar una bronca o una balacera en el bar “Las Pinkcheladas”, un negocio presuntamente protegido por la Oficialía Mayor de Padrón y Licencias y la Jefatura de Reglamentos; pero ninguna autoridad hizo caso –como casi siempre— y la madrugada del jueves ocurrió lo que nadie desea que ocurra en este destino turístico: la explosión de una granada de fragmentación que mantiene a dos jóvenes con una de sus piernas amputadas y a decenas de heridos postrados en diferentes hospitales de Puerto Vallarta.

El siguiente, es el comentario de opinión que dimos sobre “Las Pinkcheladas” y que se publicó en esta columna el lunes 23 de agosto con el título “Alejandro Desentis, el burro hablando de orejas”.

Otro de los consentidos es Juan Carlos N. el dueño de las "Pinkcheladas –un auténtico patán—un muchacho que se cree influyente sólo porque algunos de sus clientes lo son; o porque su lugar se llena de malandrines de todo tipo los fines de semana, en especial los viernes y sábados cuando hay banda norteña.

Este lugar, además de peligroso por los constantes pleitos que hay y la presencia en ocasiones de gente armada, no cuenta con ningún tipo de seguridad, se congestiona de vehículos y en una bronca o balacera podría darse una estampida con consecuencias que ni nos queremos imaginar.

Se dice que entrega un soborno al Ayuntamiento porque cierra a las 6:00 de la mañana, cuando debería hacerlo a las 2:00 y porque además cuenta con un permiso de venta de cerveza, pero se da el lujo de vender todo tipo de licores”.


Luego del accidente de ayer –pues cada vez se fortalece más la hipótesis de que la detonación de la granada fue accidental--, que algunos medios han manejado como un atentado, algunas personas nos preguntaron vía correo electrónico si sabíamos que iba a ocurrir algo en ese establecimiento o si fue mera corazonada.

Nosotros respondimos que ni uno ni lo otro, ya que nuestra opinión se basó en la carta anónima que un grupo de inspectores filtró a la prensa, donde denunciaban una lista de negocios presuntamente protegidos por la Oficialía Mayor de Padrón y Licencias y la Jefatura de Reglamentos, a cargo de Héctor Ortiz y Alejandro Peña respectivamente.

Y es que en dicha lista aparecen “Las Pinkcheladas” como uno de los bares que reciben protección especial de parte del Ayuntamiento para no clausurarlos ante la evidente violación al Reglamento de Comercio.

Hay que recordar que este bar opera con un permiso de venta de cerveza –por estar a un lado de una cancha de futbol--, sin embargo sus dueños se aprovechan de “las bondades” de la Oficialía Mayor de Padrón y Licencias y de la misma jefatura de Reglamentos, para extender su horario como si fuera una discoteca o un cabaret, pues en ocasiones le permiten que cierre después de las 6:00 de la mañana.

Si el giro de “Las Pinkcheladas” es de venta de cerveza, debería sujetarse al horario oficial –como todos los demás—y cerrar a las 10:00 de la noche, o a las 12:00 si consigue el permiso de dos horas extras. Empero, si tiene un documento que avale que su autorización es de bar, entonces tendría que cerrar a las 2:00 de la mañana y si consigue dos horas extras, a las 4:00 de la madrugada, no más.

Sin embargo, la omisión de la Oficialía Mayor de Padrón y Licencias es clara con respecto a “Las Pinkcheladas”, lugar que tiene que ser clausurado definitivamente hasta que el dueño consiga su permiso de bar en tiempo y forma; y para ello, deberá cumplir con todos los requisitos que exige la autoridad para operar un antro de estas características, entre otras, la seguridad para los clientes.

Nosotros ya hemos estado en “Las Pinkcheladas” y hemos observado cómo se genera un caos tremendo cuando hay noche de banda, toda vez que los vehículos no caben, son bloqueados por otros (es imposible que salgan rápidamente) y no existe la mínima seguridad en caso de alguna contingencia como la que ocurrió la madrugada del jueves, donde supuestamente se les cayó una granada a unos chavos que estaban bebiendo cerveza y que eso ocasionó la detonación que mandó al hospital a más de 30 personas.

Juan Carlos, el dueño del bar, prefiere ganar dinero fácil antes que contratar a un cuerpo de seguridad privada que esté revisando concienzudamente a toda aquella persona que ingrese al lugar, ya que es muy fácil que llegue cualquier hijo de vecino armado hasta los dientes y haga una matazón.

El lugar es tan vulnerable, que en una crisis de seguridad, cualquier comando armado podría entrar hasta el área del bar y asesinar a quien se le ponga enfrente.

Todavía más peligroso se torna este lugar para niños y mujeres, familias completas que acuden a la cancha de fútbol rápido que está prácticamente pegada a “Las Pinkcheladas”, ya que sólo hay una entrada y una salida, y es la misma por la que se entra o sale a la zona deportiva.

De hecho, decenas de clientes de “Las Pinkcheladas” utilizan los sanitarios exclusivos para quienes acuden a practicar deporte a la cancha de fútbol rápido. Y aunque Juan Carlos ya construyó sus propios baños –de manufactura muy barata por cierto--, muchos entran a los otros tocadores porque los del bar resultan insuficientes cuando el sitio está lleno, como la madrugada del jueves.

PREGUNTAS AL AIRE

Por ello, es oportuno e impostergable que las autoridades expliquen cómo es que otorgaron un permiso de venta de cerveza a un antro como “Las Pinkcheladas”, cuando a un lado está una cancha deportiva a la que acuden cientos de menores de edad.
Y todavía más: Que el actual Ayuntamiento explique cómo es que nunca se le exigió a Juan Carlos que separara –mediante un muro, alambrado o malla ciclónica—el bar, de la cancha deportiva.

¿Por qué protección civil dio un visto bueno –si es que lo hay—de bar seguro si no existen las condiciones mínimas de seguridad ante un siniestro o contingencia violenta?

¿Por qué la Jefatura de Reglamentos fue omisa y nunca clausuró el bar por cerrar después del horario permitido?

¿Por qué la Oficialía Mayor de Padrón y Licencias no pidió una clausura preventiva mientras se investigaba el tipo de giro comercial con el que operaba este lugar?

¿Por qué la Policía Municipal nunca entró a la zona de estacionamiento para verificar que todo estuviera en paz o hacer rondines para intervenir ante cualquier pleito, accidente o atentado?

Hay muchas preguntas sin responder, por lo que resulta desastrosa la postura del alcalde Salvador González Reséndiz al minimizar los hechos y decir que el lugar está “muy alejado de la zona turística”.

¿Acaso no sabe nuestro bisoño presidente municipal que el daño a la imagen turística de Puerto Vallarta ya está infringido, con la noticia del “atentado” –que después se dijo fue accidente—del granadazo que circuló en todos los noticieros del país y portales digitales nacionales e internacionales?.

El secretario de seguridad pública, Luis Carlos Nájera Gutiérrez, no debe limitarse a investigar los hechos, sino en llevarle un reporte al gobernador sobre las condiciones en que operan los bares de este tipo en Puerto Vallarta: que son protegidos y solapados por la autoridad municipal.


INFORMACION CLASIFICADA

TERRIBLE ERROR DE INFORMACION EL QUE COMETIO AYER la conductora de Radio Universidad, Karina Macías, al afirmar en el noticiero de la mañana que había 12 muertos en un atentado con granada en el bar “Las Pinkcheladas”.

El jefe de prensa de la policía municipal, Adán Leyva, tuvo que llamar al noticiario para hacerle ver el error a Karina Macías y precisarle que no había muertos hasta el momento, sólo heridos y le otorgó la lista de los mismos por la vía telefónica.

Un error de este tipo es imperdonable para una conductora de noticias que se precie de trabajar en una de las Universidades más importantes del país.

En otras circunstancias, ya la hubieran puesto de patitas en la calle por no verificar ni cruzar la información con una fuente oficial.

¡AGUAS OFICIALIA MAYOR DE PADRON Y LICENCIAS Y REGLAMENTOS!... En la ciudad ya operan por lo menos tres nuevos antros que copiaron el estilo de “Las Pinkcheladas” y que podrían registrar actos violentos porque las condiciones de seguridad que ofrecen son mínimas o nulas.

LA PREGUNTA DE HOY: De un amanerado y extorsionador como Rodrigo Aguilera se entiende, pero… ¿por qué el columnista Luis Alberto Alcaraz tiene tanto resquemor contra los propietarios de la radiodifusora “La Explosiva590”?

¿Será que comparten los mismos gustos y estilos para sacarle dinero a los políticos y Ayuntamientos?

Nota 1: Esta columna también puede ser consultada y dar su opinión en el blog SIN DAÑOS A TERCEROS en www.columnajorgeolmos.blogspot.com y en www.laexplosiva.com
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