jueves, 1 de octubre de 2015

UN PUERTO VALLARTA HONESTO, FUNCIONAL, SEGURO, JUSTO Y UN GOBIERNO INCLUYENTE PROMETE DÁVALOS… PERO AL LADO DE THE WALKING DEAD


Por Jorge Olmos Contreras

Arturo Dávalos Peña, aquél político panista que era incluso blanco de burlas cuando decía que algún día sería presidente municipal de Vallarta, pues sus críticos lo apodaban “la mona” --porque siempre se quedaba en el ya merito--, hoy ya es el alcalde de este sufrido pero famoso puerto, de uno de los destinos más pujantes y con mayor crecimiento del país y que como toda ciudad media, tiene un sinfín de problemas y una demanda de servicios que no hay presupuesto que alcance.

Al señor Dávalos le dejan una herencia maldita, una deuda de enormes proporciones que no podrá pagarse ni en 20 años, ya que desde Javier Bravo --que nos endilgó un crédito con Bancomer por 450 millones de pesos, hasta Chavita que sólo se dedicó a hacer negocios personales, pasando por el Mochilas que fue un alcalde irresponsable y abusivo con el manejo de los dineros públicos--, el pasivo asciende a más de mil millones de pesos que, si se suman a otros rubros como el de proveedores, fácil podría llegar a los tres mil millones de pesos, como alguna vez la estimó el propio Ramón Guerrero Martínez.

La visión que expuso Arturo Dávalos en su toma de protesta de fincar su administración en cinco ejes para impulsar una ciudad próspera, funcional, segura, justa y verde y ponerle sencillez, justicia, trabajo y honestidad como sello de la casa, debe ser congruente con lo que haga o deje de hacer a partir de este primero de octubre el nuevo alcalde.

Y LA CORRUPCION APÁ?

En este contexto, preocupa y ocupa en grado de alarma, el hecho de que Arturo Dávalos no haya mencionado ni una sola vez la palabra corrupción en su mensaje inicial, así como la notoria ausencia de un compromiso tácito para investigar los millonarios negocios que se hicieron a la sombra de Ramón Demetrio Guerrero Martínez, mejor conocido como El Mochilas.

Queremos pensar que Arturo Dávalos quiso ser cuidadoso para no incomodar al Mochilas, que su discurso fue más bien político, que no quiso confrontarse con su antecesor, pero la realidad es otra y es muy distinta, toda vez que le están dejando la casa minada, una auténtica mansión del terror –---comoalguna vez calificó el mismo Mochilas al Palacio Municipal—en donde nadie en su sano juicio se atrevería a encender un cerillo para ver si hay pólvora.

Los contratos de alumbrado público (Citelum, el negociazo de la administración del Mochilas), las concesiones heredadas de recolección de la basura, el fideicomiso de los trabajadores, el sospechoso arrendamiento de patrullas, el no pago de laudos, la deuda con Pensiones del Estado, los pasivos con Muebles América y Fonacot y otros dos importantes contratos, deben ser revisados con lupa, una y otra vez, para llamar a cuentas a los implicados en el desvío de recursos públicos.

Uno de esos contratos que despiertan altas sospechas de que alguien hizo negocio personal, es el que le otorgaron al Grupo Dragón por la generación de energía renovable y cuya información se ha mantenido en secreto.

LA PAJA EN EL OJO AJENO

Y es que a diferencia de Arturo Dávalos Peña, en Guadalajara el alcalde entrante, Enrique Alfaro Ramírez, sí entró con la espada desenvainada, al anunciar que ordenará de inmediato una auditoría para revisar el tema del mercado Corona, donde se presume que el presidente saliente, el priista Ramiro Hernández, se despachó con la cuchara grande al incrementar con sobre precios altísimos la construcción del nuevo edificio.

Enrique Alfaro Ramírez sí tiene los tamaños suficientes para esculcar a fondo todos los negocios que se hicieron a la sombra de la administración priista. Sin embargo, en Puerto Vallarta, tenemos muchas dudas de que el nuevo Ayuntamiento le quiera rascar a los business del Mochilas, entre otras cosas, porque más de uno de los actuales funcionarios van a salir involucrados, léase por ejemplo Diego Franco (quien ya hasta puso su propio restaurante asadero allá por la Avenida México) y Carlos Félix.

Ramón Guerrero se va millonario de Puerto Vallarta, hizo muchos negocios y fue muy inteligente al hacerlos, ya que por un lado supo mantener su cartera efectiva de clientelismo electoral en las colonias populares –donde todavía goza de múltiples simpatías--, pero por el otro no perdió el tiempo para meterle mano a las finanzas municipales y hacer todo tipo de tratos externos con desarrolladores turísticos, dueños de nuevos edificios, licencias municipales y permisos (muchos fuera de toda legalidad) que le generaron cientos de miles de pesos –libres de polvo y paja—a su bolsillo.

Por eso mismo, sería indignante que el Partido del Movimiento Ciudadano aplique la Ley de Herodes sólo en aquellos municipios que antes gobernaba un partido distinto al suyo, y que solape la corrupción que se dio a manos llenas en otros casos como el de Puerto Vallarta.

CON LA MISMA VARA

Enrique Alfaro, no puede permitir que su proyecto político rumbo a la gubernatura se contamine por la ambición desmedida de algunos de sus alcaldes –entrantes o salientes, para el caso es lo mismo--, pues mal se vería si sólo ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Él mismo, como líder moral del MC en Jalisco, debe medir a los municipios con la misma vara y créanme, en Puerto Vallarta los focos rojos están más que encendidos

No podemos permitir que los políticos naranjas jueguen al mimetismo priista y se conviertan en cómplices de las pillerías de sus propios compañeros, porque esta metamorfosis, de convertirse en el monstruo que antes criticaron, sólo conduce al descrédito y en unos cuantos años al rechazo electoral… pues como me ves, te verás, dice la canción.

Si bien es cierto que Arturo Dávalos tiene el ánimo de gobernar con un proyecto incluyente y honesto, también lo es que tiene la obligación de hacerlo con mano dura. Queremos ver que no le tiemble la mano al momento de hacer las investigaciones, porque los contratos se deben revisar, insistimos, con lupa una y otra vez.

EL RETO DE ARTURO Y LA PRIMERA SOSPECHA

No queremos a un Arturo cómplice, queremos a un Arturo dinámico, honesto, que rescate la credibilidad en los políticos al ordenar auditorías a todo lo que huela a corrupción y que interponga las respectivas denuncias penales.

Tampoco queremos a un Arturo que venga a copiar modelos de corrupción heredados por el Mochilas. No. Queremos a un Arturo honesto y transparente, que informe cuidadosamente y con detalle a sus gobernados cualquier concesión, contrato o renegociación que haga y que implique la erogación de recursos públicos.

Decimos lo anterior, porque en los pasillos de la presidencia municipal fue muy comentado el regreso de los muertos vivientes (The Walking Dead) en la persona de Juan Carlos Castro Almaguer (aquél político priista que se hizo empresario de la recolección de la basura en Bahía de Banderas a través de su empresa Girrsa), y de quien se dice, ya trae un negociazo bajo la manga para presentárselo a Arturo Dávalos.

Se comenta que ese negocio es que el nuevo Ayuntamiento rescinda el contrato de la concesión de la basura a la empresa Pro Activa, para entregárselo a Girrsa, la compañía de Juan Carlos Castro Almaguer, cuyo servicio ha sido un tremendo fracaso en Bahía de Banderas.

Algunos se fueron de boca y argumentan que este sería un negocio de muchos, pero de muchos millones de pesos, tantos, que incluso alcanzarían para meter a Juan Carlos Castro Almaguer al MC y proponerlo como una figura presidenciable al Ayuntamiento de Puerto Vallarta para las elecciones del 2018.

De entrada, consideramos que Arturo Dávalos ya les debe una explicación a los ciudadanos de Puerto Vallarta para informar qué hacía en su toma de protesta Juan Carlos Castro Almaguer, quien se paseaba de arriba y abajo para que vieran que está de regreso, que en política hasta los muertos reviven, que en realidad nunca mueren.

INFORMACIÓN CLASIFICADA

POR CIERTO, EN LA SECRETARIA DE GOBERNACIÓN DEBEN TENER UN EMPOLVADO EXPEDIENTE sobre las actividades comerciales que tuvo Juan Carlos Castro Almaguer con personas ligadas al narco en el año 2008 y el dinero que recibió de un capo para financiar parte de la campaña de Gustavo González Villaseñor.

También deben tener los datos de las relaciones que tuvo un hermano de Juan Carlos Castro Almaguer en Bahía de Banderas con personajes oriundos de Veracruz involucrados directamente con el grupo criminal de Los Zetas, de ahí su presunto secuestro.

 

 

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