El vertiginoso ascenso económico del rector de la Universidad Tecnológica de Bahía de Banderas, licenciado José Gómez Pérez, tiene su historia y detrás de ésta, está el verdadero rostro de la persona que busca gobernar el municipio nayarita. Un ser sin escrúpulos al que solo le interesa el beneficio personal por encima de cualquier causa… hasta familiar.
Por Jorge Olmos Contreras
La siguiente es una historia de abusos, de falta de valores y de confundir la amistad y la generosidad con el robo y la traición. Su protagonista hoy pretende aparecer como el “benefactor del pueblo” de Bahía de Banderas, lo mismo organiza carreras de bicicletas, que torneos de futbol o bailes populares; inventa que está con la gente o lo mismo les lleva regalitos, todo con tal de alcanzar su objetivo: la silla presidencial. Su nombre: José Gómez Pérez.
A principios de los noventas el licenciado José Gómez se sacó la lotería al conocer al “Señor Memo” el que le propuso hacer negocios, de los que fueran, a cambio de llevarse jugosas comisiones.
José Gómez, al estar frente al líder de los Perreros, como les hacen llamar a esta familia Michoacana en San José del Valle, no lo pensó dos veces y comenzó a llevarle al “señor” oportunidades de las que más adelante terminaría por apoderarse de la manera más baja y ruin, pues la ignorancia y la confianza que depositó su amigo en él la abusó tanto, que sin su apoyo, el licenciado hoy todavía estuviera de chófer en un sitio del Pueblito Paraíso o pirateando pasaje como lo hacía.
EL BUFON DEL PERRERO
Pero la gente que rodeo al “señor” siempre desconfió del licenciado y se lo hicieron saber en todo momento, sin embargo, para el “señor” sus palabras nunca fueron tan válidas como los chistes que contaba el rector cuando amenizaba sus fiestas en las Juntas. Para el “señor” era tan valioso que José le llevara los refrescos desde San José o que lo dirigiera hacia algún punto de Puerto Vallarta, que poco le interesaron los comentarios que sus familiares le advertían sobre la desconfianza que le tenían a Gómez Pérez.
Y vaya que había elementos para desconfiar del licenciado Pérez, pues cuando llegó con “el señor” para decirle que había un par de permisos de la línea Autotransportes Medina, cambió en varias ocasiones la cifra de su costo de la que él solo terminó por conocer. Semanas después de haber hecho el negocio, José Gómez llegó con varias bolsas con pesos para hacer cuentas con el “señor” a lo que éste le respondió: “Pepe cómo así, cámbialos y luego vemos que hacemos”.
Esta respuesta significó para el hoy rector de la Universidad Tecnológica de Bahía de Banderas quedarse con las ganancias por siempre, pues aprendió muy bien que cuando debería entregar cuentas debería llegar con el cambio, monedas fraccionadas, y así lo hizo en adelante.
LOS NEGOCIOS
Familiares ya molestos con la lambisconería del rector hacia su patrón, llegaron al extremo de pedirle considerara la amistad, pues llegó a venderle casas del Infonavit de San José del Valle hasta en medio millón de pesos, cuando todos sabían que no pasaban de los 120 mil pesos.
Abusos como este eran constantes, pero para “el señor”, los chistes del rector valían la pena.
José Gómez, también presidente de la Asociación “Siempre con la Gente”, sabía muy bien que su presencia no era bien vista por la familia y el primer círculo de su “amigo”, pero el rechazo y las caras que le hacían, aún y estuviera amenizando sus reuniones de fin de semana, siempre trató de suavizarlas con un chiste o charrita, como él decía, para llamar la atención de los que estuvieran a su alrededor.
Pasaron los años y su lugar como bufón que ocupaba en la familia de su amigo, comenzó a incomodarle, más porque los ceros de sus cuentas eran más que hasta el de los compadres de su “amigo”. Estos lo sabían bien pero no les importaba, ya que el arribismo, engaño, aprovechamiento y lambisconería, eran el origen de ese crecimiento.
José Gómez en un intento de demostrar que el hambre que lo llevó hacer lo que hizo para conseguir sus bienes, comenzó a imitar el estilo de vida y gustos de su amigo y los cercanos a él.
EL TROPEZÓN
Con los excesos y abusos de confianza, un mal día llegó del brazo --a la casa de una de las personas del primer círculo de su patrón-- de lo que parecía ser una bella dama a la que no dejaba de besar. Le abrieron la casa, saludó y Pepe se fue directo al sillón para seguir con sus arrumacos.
Desde donde intentó platicar con el dueño de la casa…
Y es que éste, al darse cuenta de la escena, fue directo al grano y le pidió al acompañante de Gómez Pérez se levantará y le mostrara los huevitos a Pepe, ya que desde que cerró la puerta para que ingresara, el bulto de su “amiga” llamó su atención, no por cuestiones de gusto, pero sí para quitarse la duda o a la mejor quitársela también a José, de que estaba siendo engañado, pues su gustito resultó ser ajeno a la hombría que aparentaba el rector.
“Te doy mil dólares, pero no digas nada”, le propuso Pepe Gómez al compadre de su amigo para que este callara su mal rato.
DECADENCIA Y ASCENSO
Meses antes de que José Gómez Pérez ingresara a la vida pública con Jaime Cuevas, su amigo se fue a atrincherar a Guadalajara, desde donde intentó cosechar lo que le dejó su fugaz paso como inversionista y su amistad con Pepe.
Al primero que llamó a cuentas fue precisamente a José, a quién le pidió encontrar comprador de sus casas, terrenos, y permisos que le había confiado.
José siempre le dio largas, nunca le quiso mostrar documentos de ninguna de sus adquisiciones y así se lo llevó por más de un año, hasta que la desesperación económica de su amigo lo llevó al extremo de comenzar a abaratar sus bienes. José al darse cuenta de la situación habría creado compradores ficticios para hacerse dueño de los bienes para los que había prestado su nombre. Uno de estos bienes hoy ocupa el terreno en donde está el corralón municipal en San José del Valle, que renta a su cuñado, el presidente municipal, Rafael Cervantes Padilla.
Lo más ruin que se recuerda de esta relación es la manera en la que José Gómez se hizo de la Escalade blanca de su “amigo”.
Al darse cuenta de su precaria situación económica, le hizo una oferta que no podía rechazar, comentándole que un conocido tenía la intención de comprarla, solo que ofrecía el 20% de su valor comercial, lo cual terminó por aceptarlos. Días más tarde, José Gómez la conducía de San José para el Valle de Banderas, en donde era ya secretario particular del entonces alcalde Jaime Cuevas.
Esta es una pequeña parte de la historia de quien hoy pretende erigirse como una persona honesta, que engaña al pueblo de Bahía de Banderas y que es capaz de todo con tal de ser candidato a la presidencia municipal.
EL BUFON DEL PERRERO
Pero la gente que rodeo al “señor” siempre desconfió del licenciado y se lo hicieron saber en todo momento, sin embargo, para el “señor” sus palabras nunca fueron tan válidas como los chistes que contaba el rector cuando amenizaba sus fiestas en las Juntas. Para el “señor” era tan valioso que José le llevara los refrescos desde San José o que lo dirigiera hacia algún punto de Puerto Vallarta, que poco le interesaron los comentarios que sus familiares le advertían sobre la desconfianza que le tenían a Gómez Pérez.
Y vaya que había elementos para desconfiar del licenciado Pérez, pues cuando llegó con “el señor” para decirle que había un par de permisos de la línea Autotransportes Medina, cambió en varias ocasiones la cifra de su costo de la que él solo terminó por conocer. Semanas después de haber hecho el negocio, José Gómez llegó con varias bolsas con pesos para hacer cuentas con el “señor” a lo que éste le respondió: “Pepe cómo así, cámbialos y luego vemos que hacemos”.
Esta respuesta significó para el hoy rector de la Universidad Tecnológica de Bahía de Banderas quedarse con las ganancias por siempre, pues aprendió muy bien que cuando debería entregar cuentas debería llegar con el cambio, monedas fraccionadas, y así lo hizo en adelante.
LOS NEGOCIOS
Familiares ya molestos con la lambisconería del rector hacia su patrón, llegaron al extremo de pedirle considerara la amistad, pues llegó a venderle casas del Infonavit de San José del Valle hasta en medio millón de pesos, cuando todos sabían que no pasaban de los 120 mil pesos.
Abusos como este eran constantes, pero para “el señor”, los chistes del rector valían la pena.
José Gómez, también presidente de la Asociación “Siempre con la Gente”, sabía muy bien que su presencia no era bien vista por la familia y el primer círculo de su “amigo”, pero el rechazo y las caras que le hacían, aún y estuviera amenizando sus reuniones de fin de semana, siempre trató de suavizarlas con un chiste o charrita, como él decía, para llamar la atención de los que estuvieran a su alrededor.
Pasaron los años y su lugar como bufón que ocupaba en la familia de su amigo, comenzó a incomodarle, más porque los ceros de sus cuentas eran más que hasta el de los compadres de su “amigo”. Estos lo sabían bien pero no les importaba, ya que el arribismo, engaño, aprovechamiento y lambisconería, eran el origen de ese crecimiento.
José Gómez en un intento de demostrar que el hambre que lo llevó hacer lo que hizo para conseguir sus bienes, comenzó a imitar el estilo de vida y gustos de su amigo y los cercanos a él.
EL TROPEZÓN
Con los excesos y abusos de confianza, un mal día llegó del brazo --a la casa de una de las personas del primer círculo de su patrón-- de lo que parecía ser una bella dama a la que no dejaba de besar. Le abrieron la casa, saludó y Pepe se fue directo al sillón para seguir con sus arrumacos.
Desde donde intentó platicar con el dueño de la casa…
Y es que éste, al darse cuenta de la escena, fue directo al grano y le pidió al acompañante de Gómez Pérez se levantará y le mostrara los huevitos a Pepe, ya que desde que cerró la puerta para que ingresara, el bulto de su “amiga” llamó su atención, no por cuestiones de gusto, pero sí para quitarse la duda o a la mejor quitársela también a José, de que estaba siendo engañado, pues su gustito resultó ser ajeno a la hombría que aparentaba el rector.
“Te doy mil dólares, pero no digas nada”, le propuso Pepe Gómez al compadre de su amigo para que este callara su mal rato.
DECADENCIA Y ASCENSO
Meses antes de que José Gómez Pérez ingresara a la vida pública con Jaime Cuevas, su amigo se fue a atrincherar a Guadalajara, desde donde intentó cosechar lo que le dejó su fugaz paso como inversionista y su amistad con Pepe.
Al primero que llamó a cuentas fue precisamente a José, a quién le pidió encontrar comprador de sus casas, terrenos, y permisos que le había confiado.
José siempre le dio largas, nunca le quiso mostrar documentos de ninguna de sus adquisiciones y así se lo llevó por más de un año, hasta que la desesperación económica de su amigo lo llevó al extremo de comenzar a abaratar sus bienes. José al darse cuenta de la situación habría creado compradores ficticios para hacerse dueño de los bienes para los que había prestado su nombre. Uno de estos bienes hoy ocupa el terreno en donde está el corralón municipal en San José del Valle, que renta a su cuñado, el presidente municipal, Rafael Cervantes Padilla.
Lo más ruin que se recuerda de esta relación es la manera en la que José Gómez se hizo de la Escalade blanca de su “amigo”.
Al darse cuenta de su precaria situación económica, le hizo una oferta que no podía rechazar, comentándole que un conocido tenía la intención de comprarla, solo que ofrecía el 20% de su valor comercial, lo cual terminó por aceptarlos. Días más tarde, José Gómez la conducía de San José para el Valle de Banderas, en donde era ya secretario particular del entonces alcalde Jaime Cuevas.
Esta es una pequeña parte de la historia de quien hoy pretende erigirse como una persona honesta, que engaña al pueblo de Bahía de Banderas y que es capaz de todo con tal de ser candidato a la presidencia municipal.
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