Por Jorge Olmos Contreras
Cuando Ramón Guerrero dijo que el suyo iba a ser un “gobierno
ciudadano”, nunca pensamos que ese eufemismo implicaría el acarreo de personas
de las colonias populares para servir como porristas y medio de presión y hostigamiento
contra regidores de oposición y hasta contra miembros de los medios de
comunicación, como sucedió durante la primera sesión del pleno de la era Mochilista el lunes primero de octubre,
donde una auténtica “corte de los milagros” fustigó a todo aquél que se
atreviera a contradecir a su emperador,
perdón, a su presidente municipal.
La sesión de cabildo fue un festín, el festín de los
cochinos, o como se llamaba aquél genial programa radiofónico de “Radio
Universidad” en Guadalajara denominado “El festín de los marranos”, toda vez
que el nuevo gobierno municipal no respetó ni las formas ni el fondo para
imponer sus condiciones y burlar y violar varias disposiciones legales con el
único objetivo de “mayoritear” a los ediles contrarios en cualquier punto de
acuerdo, aun cuando se pasara por alto
el orden del día.
De entrada, es una muy mala señal la forma en que Ramón
Guerrero toma las riendas de la administración municipal, pues se asume como un
alcalde intolerante, antidemocrático y dictatorial a quien no le va a importar
nada con tal de sacar adelante todas aquellas propuestas que le reditúen más
poder y de paso pisoteen a los regidores, a quienes lejos de verlos como
aliados los está tratando como si fueran sus acérrimos enemigos.
Y es que la aprobación del nuevo Reglamento Orgánico del
Municipio no se sustentó en una base legal ni se cuidó la forma para que se
discutiera artículo por artículo. Por el contrario, el asunto se planchó desde
una semana antes y su votación ya estaba bien aceitada para que los 11
regidores del Movimiento Ciudadano lo hicieran a favor.
DECLARACIÓN DE GUERRA
Tan estaba planchado y aceitado, que el nuevo Reglamento ya
lo tenían impreso –mucho antes de que iniciara la sesión de cabildo— y
publicado en La Gaceta Municipal para que entrara en vigor el mismo lunes, de
ahí la prisa de Ramón Guerrero por sacarlo adelante a como diera lugar, aunque
con ello violentó la Ley de Gobierno y la Administración Pública Municipal del
Estado de Jalisco.
Pero no sólo eso, Ramón Guerrero, al actuar arbitrariamente
para imponer el nuevo Reglamento que le otorga facultades excesivas y concentra
el poder casi total en sus manos, abrió un frente contra los regidores de
oposición, prácticamente les declaró la guerra y en una pose soberbia y cuasi
prepotente, les mandó el mensaje de que no los necesita para nada, ni los
necesitará en el presente ni en el futuro.
Y eso que apenas el domingo les pedía perdón si los ofendió
durante la campaña electoral.
En este sentido, el escenario se observa un tanto complicado
para darle una auténtica gobernabilidad al municipio, ya que Ramón Guerrero,
tarde o temprano va a necesitar de los regidores plurinominales, pues no todas
las votaciones son por mayoría simple, se requiere en algunos casos mayoría
calificada y en otros asuntos se necesita la mayoría absoluta del pleno para
sacar adelante puntos de acuerdo delicados.
Lo que hicieron ayer los regidores del Movimiento Ciudadano
fue un acto indecente, descortés, irrespetuoso, digno de una bancada de
patanes. Ellos que habían prometido estar a la altura de las circunstancias de
Puerto Vallarta, no cumplieron, sólo decepcionaron y de qué manera, pues a la
voz del amo abandonaron la sesión sin disculparse con nadie.
NI LOS VEN NI LOS OYEN
La intención era reventar la sesión y lo lograron. El objetivo
era hacer tiempo para que se elaborara el acta que aprueba en lo general el nuevo
Reglamento Orgánico del Municipio, en lo que fue un gesto de muy mal gusto,
porque en el fondo lo que se buscaba era imponer por sus pantalones ese
ordenamiento que regresa al presidente municipal en turno un esquema
presidencialista que ya en otras ocasiones ha padecido la ciudadanía
vallartense.
Con la borrachera del triunfo todavía en sus venas –se sabe
que se fueron a festejar con una comilona en el centro de convenciones la tarde
del domingo--, los regidores del Mochilas no se dieron tiempo para nada (porque
además ni les importaba), ni para analizar el fondo ni la forma de este nuevo
Reglamento.
Al menos hubieran leído la postura del Colegio de Abogados de
la Costa Norte que se pronunció un día antes para que no se aprobara el
Reglamento hasta que no se discutiera, consultara y revisara con los colegios
de abogados; pero ellos y su mito del “gobierno ciudadano” sólo aceptan un sí
como respuesta a todas sus propuestas. Decirles no, o disentir de ellos es
convertirse de facto en un enemigo del nuevo emperador, quien con un movimiento
de dedos no dudaría en aventar esa jauría llamada “La Corte de los Milagros”
para denostar, amedrentar o descalificar a quien ose contradecirlo.
LA CORTE DE LOS
MILAGROS
Como le sucedió al director del periódico “Meridiano”, Moisés
Madariaga, quien tuvo un incidente la tarde del lunes en el Palacio Municipal
por atreverse a pedirle a uno de los porristas del Mochilas que bajara la voz,
pues eso bastó para que el sujeto lo retara a golpes y lo hostigara con palabras
y miradas insultantes.
O como al regidor Humberto Muñoz Vargas, a quien una señora
regordeta de cabello teñido de güera lo interpelaba cada que hacía uso de la
voz, igual que a Tito Yerena y a Adrián Méndez González; o el griterío para
aplaudir hasta porque El Mochilas iba al baño o los estruendosos aplausos una
vez que la aplanadora del Movimiento Ciudadano impuso el nuevo Reglamento.
Y tiene razón Humberto Muñoz Vargas, el gobierno de Ramón
Guerrero empieza con el pie izquierdo al imponer dicho Reglamento, ya que no
les dieron oportunidad a los regidores plurinominales de analizar el texto con
48 horas de anticipación, sólo pusieron a una escuálida Candelaria Villanueva a
leer el mazacote durante poco más de dos horas, sin permitir el uso de la voz a
ningún edil para objetar alguno de los artículos del mencionado ordenamiento.
Tito Yerena, del PRD, fue muy claro al criticar que el
ordenamiento es imperativo, imperfecto, violatorio, prohibitivo y deja sin
medios de defensa al ciudadano ante las decisiones centralizadas y unilaterales
de la autoridad municipal. “Es un acto ilegal porque es una propuesta votada
sin seguir el protocolo adecuado para primero, mandarlo a comisiones para su
análisis y discusión y por lo tanto no se dictaminó ni se sancionó por el
presidente, el secretario y el síndico”, comentó a su vez el priista Adrián
Méndez.
El panista Humberto Muñoz de plano tronó y calificó de “marranadas”
lo que estaba haciendo El Mochilas y su gente y se preguntó si eso era cambiar
la historia.
EL ESTILO MOCHILAS
Así las cosas, si Ramón Guerrero utilizó al notario Odilón
Ramírez para que tomara fe de los acuerdos, los de oposición a solicitud de
Adrián Méndez llamaron al notario Carlos Castro Segundo, quien tomó nota de un
detalle que llama la atención: La copia del nuevo reglamento orgánico que les
entregaron a los ediles plurinominales no estaban firmadas por los del
Movimiento Ciudadano, aunque el alcalde sacó otro legajo de copias para afirmar
que sí estaban firmadas.
El acuerdo de cabildo va a ser impugnado ante un Tribunal
Administrativo, por lo que de proceder, Ramón Guerrero se va a meter en muchos
problemas por su empecinamiento en sacar adelante un ordenamiento sin el
consenso de todos los regidores, a quienes trató peor que a chachas.
Lo dicho, el estilo que demostró ayer Ramón Guerrero es la de
un alcalde tramposo y mentiroso, pues de otra manera no se entiende cómo
entregó copias sin firmas a los regidores de oposición y en cambio él si se
quedó con la firmada.
Además, desde ahora se observa cómo va a manejar a su antojo
a regidores con muy pocas o nulas tablas políticas, personas que exhiben una
ignorancia e inexperiencia a flor de piel como Oscar Avalos Bernal, quien con
tono nervioso y visiblemente alterado fue el que propuso una orden del día
inexistente para proponer la votación del Reglamento multicitado.
También vimos el desconcierto de un Otoniel Barragán, a quien
por mensaje de celular la representante del PT en Vallarta, Corina, le pidió
que se abstuviera de votar el Reglamento, pero el señor también estaba bien
aceitado por El Mochilas y terminó votando a favor.
Un comentario aparte es el de Susana Carreño, aquella
periodista combativa que ahora se convirtió en lo que tanto odiaba, en una
regidora más que está dispuesta a levantar la mano cuantas veces sea necesario
con tal de tener contento al nuevo emperador. La exhibida que le dieron ayer
Tito Yerena y Adrián Méndez, no se la quita con nada.
INFORMACION
CLASIFICADA
A QUIENES CHAMAQUEARON
FUERON A LOS REPORTEROS de la fuente, pues los invitaron a la suite presidencial del hotel Velas
Vallarta el sábado pasado para tener un desayuno rueda de prensa con El
Mochilas, y resulta que Ramón Guerrero estaba enfrascado en una ríspida
discusión con el colegio de contadores públicos en un salón del hotel Marriot
Casa Magna, donde las cosas se pusieron feas por la terquedad del alcalde para
proponer como “contralor social” a Víctor Manuel Bernal Vargas.
De plano, el director de comunicación social, Jaime Castillo
se tuvo que llevar a los reporteros caminando del Velas al Marriot para que
pudieran entrevistar al Mochilas.
QUE MAL SE VIO EL
REGIDOR Y ANTRERO EN SUS RATOS LIBRES, LUIS ALBERTO MUNGUIA, quien con una pose de la peor
soberbia no quería pararse de la silla en el pleno del Ayuntamiento –pues como
no tomó protesta el domingo no tenía derecho a estar ahí—y sólo se levantó
cuando el regidor Humberto Muñoz pidió que lo corrieran hasta en tanto le
tomaran la protesta de ley.
Como chiquillo enfadado, se fue a sentar a una silla de
atrás, allá en gayola para después regresar a su lugar.
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