Por Jorge
Olmos Contreras
Peor no podía ser el arranque de la administración del nuevo
mesías de Puerto Vallarta, Ramón Demetrio Guerrero Martínez, mejor conocido
como “El Mochilas”, quien no sale de un escándalo cuando ya se metió en otro,
imprimiendo de paso un estilo muy parecido al pintoresco alcalde Juan Vargas que
todos vimos en la película de “La Ley de Herodes” dirigida por Luis Estrada,
pues creó su propio Reglamento Orgánico, impuso funcionarios en Direcciones
creadas a su antojo y ahora les prohíbe a todos los servidores públicos dar
entrevistas a los medios de comunicación.
No sólo eso, sino que también ya entró en un conflicto
personal con seis de los regidores que entraron en su planilla por el
Movimiento Ciudadano, debido a las altas dosis de demagogia que le ha inyectado
a su discurso político, que cambió de la noche a la mañana en cuanto se afianzó
en la silla presidencial.
En campaña y durante el conflicto post electoral, Ramón
Guerrero prometió de todo a sus regidores, les apapachó, los cuidó y le juró y
perjuró que todos iban en el mismo barco y que habría oportunidades para toda
la gente que andaba con los ediles en el trabajo político electoral de
conseguir prosélitos a la causa del Movimiento Ciudadano.
Sin embargo, agobiado por sus propios yerros, Ramón Guerrero
modificó los planes que tenía para con sus regidores –si es que alguna vez los
tuvo—y en menos de 15 días les dio con la puerta en la cara, se enconchó y ya
no quiere responder el compromiso de darle trabajo a 10 recomendados de cada
edil que se la anduvieron partiendo en campaña. La decepción es tan grande, que
ni siquiera los “regidores ciudadanos” –aquella Corte de Los Milagros que vimos
en la primera sesión de Cabildo—han podido conseguir trabajo para ellos o sus
hijos.
Ayer, por ejemplo, vimos a una de esas “regidoras ciudadanas”
desesperada en la presidencia municipal porque Santiago Centeno, uno de los
súper asesores del Mochilas, la trae vuelta y vuelta y no le da una respuesta
clara a una solicitud de trabajo prometida para su hija.
EL GRUPO DE LOS SEIS
Los regidores que ya están hasta la madre –como dijera el
poeta Javier Sicilia—son Susana Carreño, Humberto Gómez Arévalo, Otoniel
Barragán, Candelaria Villanueva, El Pitas Pelayo y Oscar Avalos Bernal, quienes
están dispuestos a mostrarle al Mochilas quiénes son en la próxima sesión de
Ayuntamiento.
Y aunque la actitud de estos seis personajes lleva cierta
dosis de chantaje, el mensaje es claro para el Mochilas: O respeta los acuerdos
(como le advirtieron los malosos a Robertito) o se van por la libre y conforman
una fracción “independiente” al interior del Ayuntamiento.
De hecho, ya no están dispuestos a que los utilice El
Mochilas como los usó en la primera sesión de Cabildo, donde les pidió que se
retiraran para reventar la misma y dar tiempo para imprimir el Nuevo Reglamento
Orgánico, reglamento que por cierto, está a punto de recibir el revés
definitivo, lo que sería otro dolor de cabeza para un alcalde que, en efecto,
se siente Juan Vargas en San Pedro de los Saguaros. No, los ediles dicen que tienen
dignidad y que van a hacerle ver a Ramón de qué están hechos, que no son
ningunos pendejos y que no se chupan el dedo en la boca.
El calificativo de pendejo no es autoría del columnista. No,
se escuchó del ronco pecho del regidor del sombrero ranchero, Otoniel Barragán, de quien se dice, le gritó
–y fuerte—al Mochilas en la reunión privada que sostuvieron el domingo en el
hotel Velas Vallarta. “Yo no soy ningún pendejo”, le habría dicho, en clara
alusión a que durante el atentado contra Robertito (el ex comisario de la
policía), el alcalde ni los vio ni los oyó, sólo los ignoró pese a que Barragán
preside la comisión de seguridad pública.
EL TAPA BOCAS
Así las cosas, llegamos al día 22 del nuevo gobierno y ahora
a Ramón Guerrero se le ocurrió la brillante desfachatez de imponer la ley
mordaza a sus funcionarios públicos, a quienes durante un taller organizado
también el domingo en un salón del Velas Vallarta, les prohibió de manera
tajante dar entrevistas, declaraciones o cualquier tipo de información a los
reporteros de Puerto Vallarta.
Durante el lunes, hubo todo tipo de comentarios desfavorables
contra el Mochilas por parte de la prensa de Vallarta, toda vez que la mayoría
de los periodistas están indignados por semejante medida, que sólo es comparable
a los peores gobiernos priistas que hemos tenido en esta República Mexicana
nuestra; ya nomás falta que quieran dictar los encabezados de los periódicos
del día siguiente.
La indignación de los comunicadores subió de tono cuando se
supo que todo tipo de información se tiene que solicitar al Director de
Comunicación Social, Jaime Castillo Copado, ya que Jaime es el clásico
burócrata de escritorio –cucaracha de biblioteca les dicen—que nunca tiene una
respuesta para nada y para nadie.
LA CAJA DE CRISTAL
Acostumbrado a estar en una caja de cristal, como lo fue su
paso light por los diarios Vallarta Opina y Tribuna de la Bahía y su desempeño gris y mediocre como responsable
del área de prensa del Centro Universitario de la Costa, Jaime Castillo de
pronto se vio en medio de la tormenta sin una estrategia inteligente para
dirigir la comunicación del nuevo gobierno del caos.
Fuera del CUC, Jaime Castillo se ha sentido desprotegido,
ausente, incapaz de hacerle frente a los retos de comunicación social y, por lo
tanto, vulnerable, de ahí que en 22 días de gobierno haya demostrado que no
sirve para el cargo; que le quedó grande la silla y que su propia soberbia lo
ha hecho resbalarse una y otra vez, sin poder contrarrestar los escándalos
mayúsculos de la administración, como el del atentado contra Robertito y sus
secuelas que terminaron por llevarlo a renunciar de manera irrevocable a la
comisaría de la policía vallartense, el chisme de lavadero del Jefe de Cultura;
o las agresiones de los policías contra los taxistas o una explicación clara
del por qué huyó el tesorero municipal, Benito Carranco.
Y es que Jaime Castillo se hizo chiquito ayer luego de que
algunos periodistas le reclamaron la imposición de la Ley Mordaza a los
funcionarios municipales, al grado de que ni su íntima amiga, la sagaz
reportera Lourdes Martínez del diario Tribuna
de la Bahía, le ha extendido la mano
para medio rescatarlo del tsunami que se le viene por la aplicación de esta
política que es un claro atentado a la libertad de expresión y un burdo mecanismo
de censura a quienes deberían ser claros y transparentes, es decir, los
servidores públicos que devengan un salario pagado por todos los vallartenses.
Empero, contagiado por el triunfalismo y la soberbia del
Mochilas, Jaime Castillo se sube al ring cuando no debe hacerlo, responde con
enojos y agresiones en las redes sociales; defiende lo indefendible de este gobierno
y, lo que es peor, contribuye a cerrar las puertas a la información y a
destruir los puentes de comunicación que todavía quedan entre reporteros y
funcionarios.
LOS PUENTES ROTOS
En el colmo de la insensatez, Jaime Castillo no responde las
llamadas telefónicas, ni las que se le hacen a la presidencia municipal ni las
que recibe en su celular. Mucho menos contesta los mensajes ni los correos
electrónicos. Se convirtió en el ostión Jaime y de ahí nadie lo saca.
Entonces, imagine usted el grado de cerrazón e incomunicación
que existe en el Ayuntamiento de Vallarta. Primero le niegan información y
entrevistas los funcionarios, quienes le piden que vaya con Jaime Castillo,
pero el director de comunicación no atiende a la prensa, no contesta las
llamadas, ni los mensajes ni los correos electrónicos…
¿Pues a qué estamos jugando?... ¿A la Ley de Herodes?... ¿En
serio?
INFORMACION
CLASIFICADA
POR CIERTO, HACE UNOS
DIAS SE ENCONTRARON EN EL CUC, JAIME CASTILLO COPADO y el periodista Sebastián Zavala
Cordero, jefe de prensa del Seapal Vallarta. Y Como antes en las redes sociales
Zavala subió un comentario crítico contra Jaime, éste de inmediato lo increpó y
le dijo: “No te voy a contestar, no voy a caer en provocaciones”, lo cual fue
una estupidez de parte de un Director de Comunicación Social, que en el puesto
que está debería ser tolerante y conciliador… Y no adoptar poses de una
auténtica mariquita sin calzones con un… “no te voy a contestar”. ¡Por favor!
POBRE JAIME, AL IGUAL
QUE ROBERTITO, NO TARDA EN TIRAR LA TOALLA, pues, insistimos, la silla de “Ever” le quedó muy
grande. Y vaya que para superar al anterior Director de Comunicación Social no
se necesita una lumbrera de periodista.
Lo dicho, fuera de la cajita de cristal, Jaime Castillo es
tan vulnerable como un insecto en un estanque lleno de ranas… y de sapos.
PERO BUENO, PARA TRATAR
DE CALMAR LAS AGUAS, QUE TRAE EN verdad encabronados a todos los reporteros, Jaime Castillo
Copado invitó a sólo algunos periodistas a un desayuno este martes 23 de
octubre en el restaurante River Café, donde según él, les explicará la forma de
trabajar.
Del periódico Tribuna de la Bahía, la jefa de información,
Noemí Zamora, ya les contestó que gracias por participar, pero que no, que no
acudirán al desayuno de la ignominia.
ESTE COLUMNISTA SUFRIO
EL PRIMER GOLPE DE LA LEY MORDAZA, pues tenía programada una entrevista a las 10:00 de la
mañana de ayer (lunes) en la UMA con la “Directora” de Padrón y Licencias, Iris
Ulloa, pero la funcionaria pidió disculpas y dijo que habían tenido un taller
el domingo y que el alcalde les exigió cero entrevistas a los medios informativos,
por lo que tuve que regresarme por donde vine, en medio de malos olores que
todavía prevalecen en el edificio magno de Chavita.
Eso sí, como era cumpleaños de Iris Ulloa, hasta unos tacos
de canasta ya se estaba desayunando para no perder la figura.
Impertinencias periodísticas, diría el columnista cultural
Víctor Roura.
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