Por Jorge
Olmos Contreras
Luego de unas fotografías que circularon en redes
sociales, donde se puede ver al presidente municipal de Guadalajara, Enrique
Alfaro Ramírez con una mujer, a la que besa en la boca, el mismo líder moral
del Movimiento Ciudadano (MC) en Jalisco, salió a dar la cara y fijó su postura
en su cuenta de twitter, en donde reconoció que hace más de un año se encuentra
separado de su esposa, Lorena Martínez, quien además es la presidenta del DIF
en la Perla Tapatía.
Enrique Alfaro expresó su molestia porque la difusión
de esas fotografías –según su opinión—es una intromisión a su vida privada,
pero aprovechó para exponer lo siguiente:
“Nunca he mezclado mis asuntos personales con mi
actividad pública. Creo que en la política hay un límite que debe respetarse.
Que los temas de índole privado no deben usarse con fines políticos. Pero hay
quienes no lo ven así y por ambiciones políticas están dispuestos a ofender,
denostar y lastimar a quienes nos rodean.
Por eso hoy quiero hacer público un asunto personal
para proteger y cuidar lo más importante de mi vida: mis hijas.
OFICIAL, LA
SEPARACIÓN CON SU ESPOSA
Hace poco más de un año, Lorena y yo estamos
separados. Ella es una mujer extraordinaria y la mejor madre que mis hijas
podrían tener. La vida te cobra facturas y llegamos a un punto en el que no
había condiciones para seguir juntos. Así de duro, pero así de simple.
Hemos asumido juntos y de por vida la más honrosa
responsabilidad que tenemos: cuidar, querer y educar a nuestras hijas.
Independientemente de nuestra situación personal, Lorena
decidió cumplir con su responsabilidad con la ciudad y los tapatíos. Por eso es
y seguirá siendo la presidenta del DIF. Desde ahí, ha realizado un trabajo
histórico que le ha cambiado la vida a miles de personas.
Ojalá todos los irresponsables, los sin escrúpulos, se
den cuenta de que su mezquindad le hace daño a las personas que quiero. Que les
quede claro: yo no tengo nada que ocultar ni de qué avergonzarme.
En mi vida profesional, como alcalde de Guadalajara,
trabajo duro e incansablemente para cumplir mi responsabilidad y mi compromiso
con los tapatíos. Pero como individuo, como persona, como ser humano, al igual
que ustedes, intento vivir mi vida lo mejor posible.
PIDE RESPETO
Ésta será la última vez que hablo de este tema. A
nadie nos gusta que nuestros asuntos personales se hagan del dominio público y
menos que se usen con dolo. Espero que quienes me siguen en las redes, y en
este proyecto, comprendan mis razones y las respeten”.
Hasta ahí el escrito de Enrique Alfaro, quien no esconde
su profundo malestar por la revelación de estas fotografías que ya las han
visto cientos de miles de personas en diferentes plataformas del Internet.
EL HOMBRE
PÚBLICO
Enrique Alfaro está en todo su derecho de defender su
vida privada y de proteger lo que más quiere, que son sus hijas, pero en el
terreno político no puede pedir ni exigir que respeten sus razones, toda vez
que él es un hombre público, es el personaje sobre el que están enfocados todos
los reflectores –es ni más ni menos que el aspirante puntero en las encuestas
para la gubernatura de Jalisco—y eso no lo puede evitar.
La separación conyugal ya era un secreto a voces, pero
no lo había informado en forma oficial como lo hizo ayer en su cuenta de
twitter. Esperó demasiado tiempo y siempre corría el riesgo de que alguna
cámara, profesional o de celular, le tomara algunas gráficas comprometedoras,
como las que se difundieron ayer.
Enrique Alfaro tiene que entender que es eso, un
hombre público que no se puede dar el lujo de exhibirse con una mujer, por
respeto a su ex pareja, por respeto a sus hijas y por respeto a su proyecto
político y a los miles de seguidores que tiene.
DAÑOS COLATERALES
Si alguien falló, fue el propio Enrique Alfaro. Sus
cuidadores de imagen y sus asesores también, al no advertirle de un escándalo
de este tipo.
El daño se infligió y traerá repercusiones en
el corto plazo, sobre todo porque se va a enfrentar a una sociedad
extremadamente conservadora como la tapatía que, pondera la familia por sobre
todas las cosas.
Los daños colaterales seguramente surgirán esta semana
y es probable que el mismo Enrique Alfaro tome decisiones, personales y
políticas, para evaluar sus costos. La crisis interna podría afectar
severamente a su primer equipo, tan sólo por un desliz.
Pero el primero que debe cambiar es el propio Alfaro,
no puede seguir culpando a los medios o a los “intereses mezquinos” por una
acción estrictamente personal.
A lo único que le pueden apostar en este momento, es a
que pase el vendaval y seguir muy de cerca los números de las encuestas, para
ver si el beso francés fue extremadamente costoso en términos políticos (porque
del costo moral ni hablar) o si fue un simple infiernito como los que suelen
prender las revistas del corazón.
UN POLITICO NO
TIENE VIDA PRIVADA
Como reflexión, y aprovechando la coyuntura, les
comparto un pasaje que escribió el desaparecido periodista Julio Scherer sobre
la vida privada de los políticos y que plasmó a la perfección en su libro “Estos
años”, publicado en 1995 por editorial Océano:
“En el hombre público se funde el hombre privado y el
hombre privado se encuentra en el hombre público. El periodista observa la vida
privada de los hombres públicos y se entromete en su trabajo, asiste como puede
a las reuniones a puerta cerrada y se hace de documentos reservados: el
periodista escucha lo que no debe escuchar y mira lo que no debe mirar en la
búsqueda afanosa de los datos y signos que informen a la sociedad de lo que
ocurre en las esferas del poder.
A los políticos les hiere esta realidad, pero la
asumen. Destapados, lanzados a la lucha abierta, se exhiben a los ojos de
todos, muestran las vidas de sus hijos en la escuela y en la universidad, la
vida de su esposa en el hogar y fuera del hogar, hablan del futuro de la familia
y detallan los sueños comunes. Tienen conciencia del valor de la intimidad y
saben que no habría periodista en su sano juicio que se atreviera a tocar este
santuario.
Me parece que no hay alevosía en el periodismo que fotografió
desnudas a Jacqueline Kennedy y a la princesa Diana, pero ése también es
nuestro oficio. Hombres y mujeres con ascendencia en su tiempo, atraídas
multitudes por su personalidad deslumbrante, son dueños de una influencia
decisiva sobre millones de personas y han de atenerse a reglas tácitas o vivir
expuestos a violentas contrariedades. Si una mujer como Jacqueline, que dictó
la moda a la élite de la mitad del mundo, quiere broncearse en el jardín de su
casa, que se tienda en bikini o se atenga al riesgo de la fotografía a gran
distancia. Un político no tiene vida privada, una estrella del espectáculo,
tampoco. No hay celebridad que pueda moverse con la ilusión del ejercicio
tranquilo de su libertad.
Cómo olvidar que a partir de las 12:30 horas del 22 de
noviembre de 1963, viuda ante el mundo, la vida de Jacqueline fue escrudiñada
sin dejar un segundo fuera de la historia. De ella se sabe todo, como todo se
sabe de John F. Kennedy. Es el destino de los personajes. Apenas hay refugio en
las alturas”.
¿Lo entenderá esto Enrique Alfaro?... ¿O va a esperar
a que la vida le cobre la factura?
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