Por Jorge Olmos Contreras
Iván Mauricio Rodríguez Romero
es un joven oriundo de Monterrey y vecino de la colonia Buenos Aires de Puerto
Vallarta, que creció en el ambiente de la zona romántica, donde pronto se
desenvolvió entre grupos de turismo alternativo o del llamado turismo Gay. Fue
uno de los chicos que testificó a favor del desaparecido pederasta Thomas
White, y en fechas recientes se involucró en un presunto fraude de carácter
inmobiliario, al quedarse con el depósito de las rentas de algunos extranjeros,
en perjuicio de terceros.
En las redes sociales es conocido como “Iván Mauri” y
de un tiempo a la fecha se dedica a exhibir casas, departamentos, condominios y
hasta edificios, tanto en renta como en venta, casi siempre enfocado al mercado
de visitantes extranjeros. Se convirtió en algo así como un “agente intermediario
de bienes raíces”. Para ello, se cuelga de otras páginas y promociona las
propiedades como si fueran contratadas por él. Y cuando alguien se interesa por
alguna, de inmediato contacta al verdadero agente inmobiliario o bróker.
Hace unos tres meses aproximadamente, se topó con un
par de canadienses que estaban interesados en rentar un lujoso condominio del
desarrollo “Grand Venetian”, por lo que pronto localizó a la bróker –una mujer
de Puerto Vallarta—y le dijo que los extranjeros querían arrendar el inmueble
por dos meses, a razón de mil 500 dólares el mes, es decir, un total de tres
mil dólares americanos.
Confiada, la mujer le hizo un depósito –en varias
partidas, a manera de anticipo-- de 50 mil pesos a Iván Mauri para que éste, a
su vez, adelantara el pago de la renta al dueño del condominio en “Grand
Venetian”, y o a su administrador, de nombres Troy Powell y Daniel Díaz,
respectivamente.
Sin embargo, el otrora muchachito que se enroló con
los chicos de Thomas White, no pagó el dinero, se quedó con los recursos e
inventó uno y mil pretextos para no entregar el efectivo a los propietarios del
departamento.
LAS TRABAS
El administrador del condominio, Daniel Díaz, dijo a VALLARTA UNO que todavía creía en la
buena fe del muchacho --de hecho, le extendieron una carta donde lo reconocían
como su agente de rentas--, pero se le hizo raro que pidiera a la bróker
depositar el dinero a nombre de sus supuestos hermanos, y no al suyo propio, al
de Iván Mauri.
Después, al exigirle que traspasara el dinero a la
cuenta de los dueños del departamento, comenzó a poner trabas. Les dijo que usó
el recurso, pero que estaba esperando una transferencia bancaria, producto de
una comisión por supuestamente haber vendido un condominio, y que entonces
pagaría un total de dos mil 500 dólares, ya descontando sus honorarios y los de
la agente inmobiliaria.
También argumentó que tenía problemas en Intercam y
que no podía cobrar el dinero de dicha transferencia. Pero Daniel Díaz habló
con un ejecutivo del banco para ver si podían destrabar el supuesto problema, y
resultó que no había tal conflicto, que simple y sencillamente no había
depósitos nuevos a nombre de Iván Mauricio Rodríguez Romero.
Posteriormente, Iván Mauri salió con otra treta: Dijo
que había sufrido un secuestro exprés en Puerto Vallarta, y que le habían
quitado 80 mil pesos. Que no puso denuncia en la Fiscalía, según porque los
sujetos que lo robaron le advirtieron que lo tenían vigilado, y que le harían
daño tanto a él como a su familia.
INVOLUCRA AL
PAPÁ Y FIRMAN PAGARÉS
Para corroborar el hecho, Iván Mauri llevó a su papá,
el señor Mauricio Romero, a las oficinas administrativas del condominio del
señor Troy Powell, quien aseguró que todo lo que su hijo decía era cierto. Y
para que vieran que ellos (padre e hijo) obraban de buena fe, pidieron un plazo
de 10 días para pagar los dos mil 500 dólares, y en ese momento firmaron varios
pagarés, que suman esa cantidad.
No obstante, pasaron dos semanas y nada. Iván Mauri
respondía por teléfono que estaba juntando el dinero, que pronto pagaría, pero
hasta ahí. Un día les llevó 12 mil pesos como abono, y la administradora mejor
optó por enviarle un abogado para cobrarle.
Pero Iván Mauri todavía se molestó porque le mandaron
al abogado. Les dijo que no iba a tolerar esas presiones y después desapareció,
incluso dio de baja su cuenta de Facebook y ya no puede ser contactado a través
del Messenger.
Al parecer, no es la primera vez que este muchacho
hace este tipo de acciones, ya que se mueve entre extranjeros y pronto halló su
modus vivendi al operar como “agente de rentas”.
Como antecedente, se dice que su padre sufrió un
atentado hace tiempo, por vender terrenos a dos personas diferentes.
VALLARTA UNO logró contactarlo antes de
que cerrara su cuenta de Facebook y le ofreció que diera su versión de estos
hechos, pero optó por desaparecer, sólo adelantó que todo era mentira, y que
alguien intentaba difamarlo.
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