Por
Jorge Olmos Contreras
Arturo
Dávalos Peña, aquél político panista que era incluso blanco de burlas cuando
decía que algún día sería presidente municipal de Vallarta, pues sus críticos
lo apodaban “la mona” --porque siempre se quedaba en el ya merito--, hoy ya es
el alcalde de este sufrido pero famoso puerto, de uno de los destinos más
pujantes y con mayor crecimiento del país y que como toda ciudad media, tiene un
sinfín de problemas y una demanda de servicios que no hay presupuesto que
alcance.
Al
señor Dávalos le dejan una herencia maldita, una deuda de enormes proporciones
que no podrá pagarse ni en 20 años, ya que desde Javier Bravo --que nos endilgó
un crédito con Bancomer por 450 millones de pesos, hasta Chavita que sólo se
dedicó a hacer negocios personales, pasando por el Mochilas que fue un alcalde irresponsable
y abusivo con el manejo de los dineros públicos--, el pasivo asciende a más de
mil millones de pesos que, si se suman a otros rubros como el de proveedores,
fácil podría llegar a los tres mil millones de pesos, como alguna vez la estimó
el propio Ramón Guerrero Martínez.
La
visión que expuso Arturo Dávalos en su toma de protesta de fincar su
administración en cinco ejes para impulsar una ciudad próspera, funcional,
segura, justa y verde y ponerle sencillez, justicia, trabajo y honestidad como
sello de la casa, debe ser congruente con lo que haga o deje de hacer a partir
de este primero de octubre el nuevo alcalde.
Y LA CORRUPCION APÁ?
En
este contexto, preocupa y ocupa en grado de alarma, el hecho de que Arturo
Dávalos no haya mencionado ni una sola vez la palabra corrupción en su mensaje
inicial, así como la notoria ausencia de un compromiso tácito para investigar
los millonarios negocios que se hicieron a la sombra de Ramón Demetrio Guerrero
Martínez, mejor conocido como El Mochilas.
Queremos
pensar que Arturo Dávalos quiso ser cuidadoso para no incomodar al Mochilas,
que su discurso fue más bien político, que no quiso confrontarse con su
antecesor, pero la realidad es otra y es muy distinta, toda vez que le están
dejando la casa minada, una auténtica mansión del terror –---comoalguna vez
calificó el mismo Mochilas al Palacio Municipal—en donde nadie en su sano
juicio se atrevería a encender un cerillo para ver si hay pólvora.
Los
contratos de alumbrado público (Citelum, el negociazo de la administración del
Mochilas), las concesiones heredadas de recolección de la basura, el
fideicomiso de los trabajadores, el sospechoso arrendamiento de patrullas, el no
pago de laudos, la deuda con Pensiones del Estado, los pasivos con Muebles
América y Fonacot y otros dos importantes contratos, deben ser revisados con
lupa, una y otra vez, para llamar a cuentas a los implicados en el desvío de recursos
públicos.
Uno
de esos contratos que despiertan altas sospechas de que alguien hizo negocio personal,
es el que le otorgaron al Grupo Dragón por la generación de energía renovable y
cuya información se ha mantenido en secreto.
LA PAJA EN EL OJO AJENO
Y
es que a diferencia de Arturo Dávalos Peña, en Guadalajara el alcalde entrante,
Enrique Alfaro Ramírez, sí entró con la espada desenvainada, al anunciar que
ordenará de inmediato una auditoría para revisar el tema del mercado Corona,
donde se presume que el presidente saliente, el priista Ramiro Hernández, se
despachó con la cuchara grande al incrementar con sobre precios altísimos la
construcción del nuevo edificio.
Enrique
Alfaro Ramírez sí tiene los tamaños suficientes para esculcar a fondo todos los
negocios que se hicieron a la sombra de la administración priista. Sin embargo,
en Puerto Vallarta, tenemos muchas dudas de que el nuevo Ayuntamiento le quiera
rascar a los business del Mochilas,
entre otras cosas, porque más de uno de los actuales funcionarios van a salir
involucrados, léase por ejemplo Diego Franco (quien ya hasta puso su propio
restaurante asadero allá por la Avenida México) y Carlos Félix.
Ramón
Guerrero se va millonario de Puerto Vallarta, hizo muchos negocios y fue muy
inteligente al hacerlos, ya que por un lado supo mantener su cartera efectiva
de clientelismo electoral en las colonias populares –donde todavía goza de
múltiples simpatías--, pero por el otro no perdió el tiempo para meterle mano a
las finanzas municipales y hacer todo tipo de tratos externos con desarrolladores
turísticos, dueños de nuevos edificios, licencias municipales y permisos
(muchos fuera de toda legalidad) que le generaron cientos de miles de pesos –libres
de polvo y paja—a su bolsillo.
Por
eso mismo, sería indignante que el Partido del Movimiento Ciudadano aplique la
Ley de Herodes sólo en aquellos municipios que antes gobernaba un partido
distinto al suyo, y que solape la corrupción que se dio a manos llenas en otros
casos como el de Puerto Vallarta.
CON LA MISMA VARA
Enrique
Alfaro, no puede permitir que su proyecto político rumbo a la gubernatura se
contamine por la ambición desmedida de algunos de sus alcaldes –entrantes o
salientes, para el caso es lo mismo--, pues mal se vería si sólo ve la paja en
el ojo ajeno y no la viga en el propio. Él mismo, como líder moral del MC en Jalisco,
debe medir a los municipios con la misma vara y créanme, en Puerto Vallarta los
focos rojos están más que encendidos
No
podemos permitir que los políticos naranjas jueguen al mimetismo priista y se
conviertan en cómplices de las pillerías de sus propios compañeros, porque esta
metamorfosis, de convertirse en el monstruo que antes criticaron, sólo conduce al
descrédito y en unos cuantos años al rechazo electoral… pues como me ves, te
verás, dice la canción.
Si
bien es cierto que Arturo Dávalos tiene el ánimo de gobernar con un proyecto
incluyente y honesto, también lo es que tiene la obligación de hacerlo con mano
dura. Queremos ver que no le tiemble la mano al momento de hacer las
investigaciones, porque los contratos se deben revisar, insistimos, con lupa
una y otra vez.
EL RETO DE ARTURO Y LA PRIMERA SOSPECHA
No
queremos a un Arturo cómplice, queremos a un Arturo dinámico, honesto, que
rescate la credibilidad en los políticos al ordenar auditorías a todo lo que
huela a corrupción y que interponga las respectivas denuncias penales.
Tampoco
queremos a un Arturo que venga a copiar modelos de corrupción heredados por el
Mochilas. No. Queremos a un Arturo honesto y transparente, que informe cuidadosamente
y con detalle a sus gobernados cualquier concesión, contrato o renegociación
que haga y que implique la erogación de recursos públicos.
Decimos
lo anterior, porque en los pasillos de la presidencia municipal fue muy
comentado el regreso de los muertos vivientes (The Walking Dead) en la persona de Juan Carlos Castro Almaguer
(aquél político priista que se hizo empresario de la recolección de la basura
en Bahía de Banderas a través de su empresa Girrsa), y de quien se dice, ya trae
un negociazo bajo la manga para presentárselo a Arturo Dávalos.
Se
comenta que ese negocio es que el nuevo Ayuntamiento rescinda el contrato de la
concesión de la basura a la empresa Pro Activa, para entregárselo a Girrsa, la
compañía de Juan Carlos Castro Almaguer, cuyo servicio ha sido un tremendo
fracaso en Bahía de Banderas.
Algunos
se fueron de boca y argumentan que este sería un negocio de muchos, pero de
muchos millones de pesos, tantos, que incluso alcanzarían para meter a Juan
Carlos Castro Almaguer al MC y proponerlo como una figura presidenciable al
Ayuntamiento de Puerto Vallarta para las elecciones del 2018.
De
entrada, consideramos que Arturo Dávalos ya les debe una explicación a los
ciudadanos de Puerto Vallarta para informar qué hacía en su toma de protesta
Juan Carlos Castro Almaguer, quien se paseaba de arriba y abajo para que vieran
que está de regreso, que en política hasta los muertos reviven, que en realidad nunca mueren.
INFORMACIÓN CLASIFICADA
POR CIERTO, EN LA SECRETARIA DE GOBERNACIÓN
DEBEN TENER UN EMPOLVADO EXPEDIENTE sobre
las actividades comerciales que tuvo Juan Carlos Castro Almaguer con personas
ligadas al narco en el año 2008 y el dinero que recibió de un capo para
financiar parte de la campaña de Gustavo González Villaseñor.
También
deben tener los datos de las relaciones que tuvo un hermano de Juan Carlos
Castro Almaguer en Bahía de Banderas con personajes oriundos de Veracruz
involucrados directamente con el grupo criminal de Los Zetas, de ahí su presunto secuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario