Por Jorge
Olmos Contreras
A pesar de que días pasados el líder moral del Movimiento
Ciudadano en Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, sugirió que se convocara a una
rueda de prensa inmediata para poner fin a las hostilidades entre el síndico
municipal, Roberto Ascencio Castillo y el presidente municipal, Ramón Guerrero
Martínez, ésta no se dio con la rapidez que hubiera querido El Mochilas, sino
tres días después en que se convocó a los medios de comunicación para dar a
conocer posturas que simplemente rayaron en la falsedad y la hipocresía.
Sentados en una sala de una lujosa suite del desarrollo
habitacional Shangri La de Marina
Vallarta, Enrique Alfaro y El Mochilas llamaron al síndico para que se
presentara en el lugar y entablara un dizque dialogo de civilidad, según le
dijeron al abogado del Ayuntamiento de Puerto Vallarta.
De entrada, Enrique
Alfaro defendió a capa y espada al Mochilas, le decía con voz imperativa a
Roberto Ascencio que tenía que respetar las decisiones de Ramón Guerrero, que
él era el Alcalde y se le tenía que obedecer. Que la destitución del Director
Jurídico se tenía que aceptar tal cual y una serie de peroratas que dibujaron a
un Enrique Alfaro muy distinto al que sale en las ruedas de prensa a señalar
que el Movimiento Ciudadano se deslindará de cualquier gobierno que ponga en
mal el proyecto político de este partido, como el de Puerto Vallarta pues.
La reunión, que se supone era ultra secreta, no lo fue del
todo, pues cuando El Mochilas y Enrique Alfaro le hacían mano de puerquito a
Roberto Ascencio, se aparecieron intempestivamente los regidores Humberto Gómez
Arévalo y Susana Carreño, lo que cayó como un balde de agua fría al alcalde,
pues los ediles le recordaron a Enrique Alfaro una serie de irregularidades cometidas
por el su cuate Ramón Guerrero.
JUNTOS PERO NO
REVUELTOS
En su defensa, El Mochilas mostró un documento de una vieja
denuncia en contra de Salvador López Aréchiga que está radicada en el Juzgado Primero
de lo Penal –como para demostrar que tiene problemas legales--, pero el síndico
le recordó que en este caso se absolvió de toda acusación a Aréchiga.
Dicen que El Mochilas sólo respiraba agitadamente y se pasaba
la mano derecha por su rostro, como limpiándolo de la angustia que ya no
soportaba porque le estaban diciendo sus verdades. Al final, pidió que se
convocara a rueda de prensa de ipso facto ese jueves 23 de mayo, pero Roberto Ascencio
se negó. Cuál era la prisa, dijo Ascencio y la conferencia de prensa se dio
hasta el lunes 27, por lo que Ramón Guerrero se quedó rechinando de coraje y
Enrique Alfaro dio por concluida la junta sin llegar a acuerdo importantes,
todo fue una mera simulación.
Y es que, en efecto, ahora se sabe que todas las “buenas
intenciones” de trabajar por Puerto Vallarta y unidos “pero no revueltos”, fueron
una mera simulación para aparentar que El Mochilas dejaría a un lado la
embestida que había emprendido contra el síndico municipal y toda su gente.
En el fondo, las cosas son muy distintas y el pleito
continúa, con la diferencia de que ahora las diferencias son más marcadas por
la desconfianza que se ha generado entre ambos personajes, pero sobre todo, por
la necedad del alcalde a darle una salida política y jurídica al caso del ex
Director Jurídico Salvador López Aréchiga, a quien un Juez de Distrito le
concedió la suspensión contra los actos del Ayuntamiento, en concreto, de los
del Mochilas al ordenar una desaseada destitución del hombre de mayor confianza
de Roberto Ascencio Castillo.
CON EL AGUA HASTA EL
CUELLO
Al interior, es muy sencillo poner punto final al conflicto,
todo está en que el presidente municipal deje a un lado sus rencores personales
y lejos de que parezca que dobla las manos –o de que cante victoria como
algunos tontos lo han interpretado--, simple y sencillamente acate la orden
judicial y restituya en su puesto a Salvador López Aréchiga, hasta ahorita el
único funcionario que tenía el conocimiento y el manejo adecuado para resolver
conflictos como el de la basura y sus concesionarias.
Sin embargo, en su tozudez, Ramón Guerrero impuso en la
Dirección Jurídica a José Santiago Leal Amador –un recomendado del gobernador
de Baja California y golpeador de mujeres en sus ratos libres--, un sujeto que
no tiene la menor idea de los problemas de Puerto Vallarta y que ya pide ayuda
a gritos, pues no supo en lo que se metía y al tronar el asunto de la basura y
decidir el alcalde habilitar como emergente el predio de San Nicolás, violaron
graves disposiciones legales, entre otras un amparo concedido a la firma Envir
Eau y los que se deriven de delitos ambientales por no tener dicho terreno las
adecuaciones técnicas para recibir cientos de toneladas de desechos orgánicos.
En este sentido, el agua le llegó hasta el cuello a Ramón
Guerrero en el conflicto de la basura,
quien buscó infructuosamente la ayuda de su amigo Gerardo Octavio Solís Gómez
–el ex procurador del Estado que en los primeros días del gobierno se hizo
cargo de la entrega recepción de la nueva administración, pero que después
renunció--, pero éste lo mandó por un tubo, no quiere saber nada del Mochilas y
su equipo de corruptos.
En corto, Roberto Ascencio le recomendó al Mochilas que no
fuera a cometer la burrada de utilizar San Nicolás para tirar la basura porque
se iba a meter en problemas legales, pero Ramón Guerrero no lo quiso escuchar,
con lo que se evidencia que las diferencias entre ambos funcionarios continúan
y que sólo una recapacitación del presidente para evitar que él y su pandilla
que trajo de Guadalajara le hinquen más el diente a Vallarta, evitará que el
conflicto se agrave y pongan en riesgo la gobernabilidad de Puerto Vallarta.
LA GESTAPO DEL MOCHILAS
En este contexto, es importante destacar que aun cuando la
reconciliación se dé como un hecho ante la opinión pública, lo cierto es que la
desconfianza entre Ramón Guerrero y Roberto Ascencio es tal que el mismo síndico ya optó por
contratar un escolta personal (un militar) y buscar apoyos externos, incluso en
el gobierno del Estado, ante el hostigamiento que sufrió por parte del alcalde,
que le envió policías municipales a seguirlo y a hacerle plantón hasta en su
casa como medida de presión.
El Mochilas y la delincuencia organizada de cuello blanco que
trajo de Guadalajara –luego les vamos a decir por qué les decimos de esta
manera— son capaces de eso y más. Si al Director Jurídico le pusieron una espía
en la persona de Consuelo Meza para grabar conversaciones, qué se puede esperar
de los demás.
Por cierto, la Matahari de Rancho fue denunciada por un
empleado de la Dirección Jurídica de nombre Rogelio Salcedo, porque quería
obligar al trabajador a que testificaran falsedades contra Aréchiga.
Consuelo del Carmen fue denunciada por lesiones,
hostigamiento y amenazas por Rogelio Salcedo, según una nota del portal de
noticias www.callartanetwork.com del periodista Jesús Manuel Díaz
Zurita, ya que ella pretendía que este abogado se sumara en sus señalamientos
contra el Director Jurídico.
Hoy, la desconfianza y el recelo es lo que campea al interior
de las oficinas municipales, sobre todo donde despachan directores y regidores,
ya que nadie garantiza que los cubículos estén libres de micrófonos, cámaras
escondidas y teléfonos intervenidos, incluso los celulares que son muy fáciles
de rastrear e intervenir por una módica cuota en un sitio de Internet, donde se
escuchan conversaciones y se pueden espiar los mensajes, tanto del emisor como
del receptor.
Nadie está seguro y todos desconfían de todos, incluso cuando
salen a dialogar fuera de la presidencia municipal, en un café o restaurante,
los funcionarios piensan que los están grabando para luego utilizar esa
información en su contra. Cualquier parecido con la Gestapo es pura
coincidencia.
LA CAJA DE PANDORA
La Caja de Pandora que abrió el propio Mochilas sin duda
alguna va a continuar, sobre todo, cuando se revelen más indiscreciones que
involucran al mismísimo Mochilas en una propuesta indecorosa hecha al entonces
Director Jurídico, Salvador López Aréchiga, para que cobrara alrededor de 500
mil pesos mensuales de diferentes antros de la ciudad por dejarlos trabajar las
24 horas sin ser molestados a través de la Dirección de Reglamentos que dirigía
Cuauhtémoc Villalobos, entre otros, al bar gay Enter que está a la vuelta de El
Torito y cuyo dueño es un conocido de Ramón Guerrero, de nombre Tom Bundyac y
un mexicano de nombre Israel. El protector es, además del alcalde, el
procurador social, Juan Hernández.
El Mochilas quería que Salvador López Aréchiga hiciera el
trabajo sucio de cobrar dinero mal habido para evitar responsabilidades futuras
como alcalde, pero sí endosarlas a los vallartenses de Vallarta que se verían
envueltos en líos graves de corrupción, de aceptar el trabajo sucio que les
pide Ramón Guerrero.
El que parece que sí cayó en la tentación de cobrar cuotas de
hasta 10 mil pesos mensuales a muchos antros de la ciudad, fue Cuauhtémoc
Villalobos, a quien El Mochilas quitó de Reglamentos para darle entrada al ex
alcalde de Cabo Corrientes León Macedonio. En el fondo, el presidente municipal
está protegiendo a su compadre Villalobos, pues ya le tiene reservada otra
chamba: Será el representante del Ayuntamiento en el Sistema de Justicia
Alternativa y no la Procuraduría de la Defensa del Menor del DIF como lo
habíamos anticipado en este espacio.
Con esto, El Mochilas cobija a su compadrito y le quita el
trabajo a los que deberían ser los verdaderos representantes del municipio en
el Sistema de Justicia Alternativa, es decir, los jueces municipales.
INFORMACION CLASIFICADA
POR ESO, EL ANUNCIO DE
CREAR UNA OFICINA ANTICORRUPCIÓN SÓLO PROVOCA CARCAJADAS ENTRE LA GENTE que conoce bien a Ramón Guerrero,
quien sin ningún asomo de vergüenza dice que va a establecer dicha dependencia,
cuando en la praxis comete todos los días actos de corrupción, como el contrato
leonino de alumbrado público que quería endilgarle a Puerto Vallarta; o el pago
de 70 mil pesos mensuales a Robertito por atender 10 juicios contra el
Ayuntamiento (porque sabrá usted que Roberto Rodríguez Preciado va a cobrar más
dinero si el número de casos atendidos aumenta); el Fideicomiso que van a
manejar sus secuaces de Guadalajara en contra de los intereses de los
trabajadores y transgresor fiscal por excelencia; o el cheque que pretenden
“negociar” con el desarrollo Grand Venetian; o las patrullas que compraron a
sobre precio con fondos del SUBSEMUN, entre otros.
POR CIERTO, EL CONTRATO
DE CONCESION DE ALUMBRADO PÚBLICO A LA EMPRESA CITELUM YA FUE FIRMADO por el síndico Roberto Ascencio
Castillo. Sabemos que el síndico le hizo cambios profundos al convenio, pero
hasta no tener la opinión de un experto y ver el contenido del documento,
podremos decir si el síndico hizo bien o hizo mal en firmarlo.
POR HOY SE NOS TERMINÓ
EL ESPACIO, PERO EN OTRA COLUMNA Les vamos a contar el escándalo que se registró en días
pasados en Ixtapa en el seno de la familia de la regidora Candelaria
Villanueva, ya que la esposa del amante de su hija Estrella se presentó a las
afueras de la casa de la regidora para reclamarle a la muchacha de Cande el por
qué andaba con su marido.
El caso podría entrar a la esfera estrictamente privada, pero
resulta que todos los familiares de Candelaria Villanueva están metidos en
negocios públicos en la delegación de Ixtapa, incluso en las fiestas del pueblo
en donde el hijo –a la postre esposo de la delegada Ana Lilia-- está sacando
mucho dinero con los permisos verbales para que todo mundo venda bebidas
alcohólicas, quedarse con los dividendos de los eventos deportivos y hasta
alquilar un sonido que lleva el nombre de “Sonido Master DJ”
Son tan sinvergüenzas, que dicen que con el dinero obtenido,
el hijo de Candelaria va a pagar su nuevo departamento en el fraccionamiento
“Pacífico Azul” a un costado del Centro Universitario de la Costa.
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