Por Jorge Olmos
Contreras
Como si se tratara de la última liana que hay en la selva y a
la cual necesitan imperiosamente asirse para seguir con vida, los “empresarios”
Gabriel Igartúa y Guadalupe Bayardi, brincaron ayer a las dirigencias del
Centro Empresarial de Puerto Vallarta y a la Asociación de Expresidentes de
Organismos empresariales respectivamente, con el único objetivo de seguir
estando en la palestra pública… para bien… o para mal.
Al interior del sector privado, se interpretó este movimiento
como una medida desesperada de dos personajes que han arrastrado en Puerto
Vallarta la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. Se subieron a su
último tren, porque quizá en poco tiempo ya no se hable más de ellos, se irán
quedando en el olvido y fenecerán poco a poco como figuras públicas.
Gabriel Igartúa es dueño del hotel Las Palmas junto con su
hermano José, y hay que reconocer que todavía tiene algo de representatividad; aunque
su postura intransigente y su falso protagonismo lo ha orillado a conflictuarse
con la mayoría de sus compañeros hoteleros, quienes lo ven como un sujeto
caprichoso, que se quedó atrapado en el túnel del tiempo y cuyas ideas son tan
arcaicas, que muchos mejor le sacan la vuelta.
Guadalupe Bayardi, a su vez, es un caso lastimoso; vergonzoso
en una mujer que pretende hacer creer al sector privado que ella es una
importante empresaria del sector restaurantero, cuando ya no lo es. Su mejor
tiempo ya pasó y fue hace muchos años, al estar al frente de la Canirac, gracias
a que su cuasi delincuente ex marido, Pepe Bejos, era propietario del
restaurante Mogambo.
EN LA QUIEBRA
Lupita Bejos –como es más conocida en Vallarta--, está a
punto de la quiebra total, su situación económica es tan mala, que pronto va a
engrosar la fila de los ciudadanos que vivimos al día y que a veces ni para
comer tenemos, por lo que no puede ser representante de ningún organismo
empresarial, a menos de que tenga chamba de Relaciones Públicas o de asistente o
secretaria de algún presidente de la Iniciativa Privada.
Por eso, llama la atención el movimiento que se registró ayer
en el Centro Empresarial –que está afiliado a la Coparmex--, donde un pequeño
grupo de empresarios medianos y pequeños, eligieron como su nuevo presidente a
Gabriel Igartúa Sánchez, el otrora junior de Don Gabriel Igartúa Méndez, quien
falleció ya hace años.
Y es que Gabriel Igartúa saltó de un club prácticamente
desconocido –como lo es la Asociación de Expresidentes de Organismo
Empresariales (donde sólo cohabitan Lupita Bayardi, Jorge Villanueva, Eva
Sánchez y el propio Gabriel)—a la presidencia de la Coparmex Vallarta; mientras
que Lupita Bayardi asumió la titularidad del Club de Expresidentes.
Anoche, Gabriel y sus invitados estaban festejando a risa
abierta en un salón del hotel Holiday Inn
Express, la asunción al poder de los organismos “cúpula” del sector privado,
como si en realidad representaran algo importante, como si hubieran llegado al
máximo nivel de la IP; pero el festejo era engañoso, porque ellos saben a la
perfección que ser presidente de un club de ex presidentes y nada, es lo mismo.
UN PODER IMAGINARIO
Así las cosas, si bien es cierto que la Coparmex tiene cierta
importancia en el sector privado de Vallarta, también lo es que nunca se va a
equiparar a la prioridad que tiene la Asociación de Hoteles y Moteles; la de
los Tiempos Compartidos, o la Asociación de Empresarios de Puerto Vallarta y
Bahía de Banderas, por lo que su representatividad es mínima.
Sin embargo, como se trata de un “protagonismo puro”, tanto
Gabriel como Lupita tratarán de influir en algunos medios de comunicación para
llevar agua a su molino, y no para representar los intereses de estos pequeños y
medianos empresarios. El fin es tener una estafeta a la mano para tratar de
doblegar a los representantes de otros sectores –públicos o privados—mediante el
chantaje y el golpeteo mediático, y así lograr posicionar algunos proyectos que
en el pasado han perdido.
Por ejemplo, van a volver a la carga para que el Ayuntamiento
les autorice un presupuesto mayor a los 12 millones de pesos (para resolver su
situación económica personal), con el pretexto de reactivar el patronato del
centro histórico de Puerto Vallarta; o de que les den prebendas y canonjías
para poder participar en los festejos de la ciudad.
Por ello, es importante no perder de vista a estos viejos
empresarios, sobre todo a Lupita y Gabriel Igartúa, que en el año 2014 fueron
reclutados por la hoy regidora Susana Rodríguez, con la intención de sumarlos a
la Coordinación Operativa Municipal del Movimiento Ciudadano, pues fue ella
quien los llevó al evento donde tomó protesta en ese entonces, Jaime Castillo
Copado, en el tráiler park Tacho’s.
UN PROYECTO FRACASADO
Tanto Gabriel como Lupita tomaron protesta, junto con otros
muchos ciudadanos, del nuevo comité naranja, pese a que apenas unos meses atrás
habían jurado ante sus compañeros de la Asociación de Empresarios de Puerto
Vallarta y Bahía de Banderas, que no buscarían estar en algún partido político,
y les fallaron.
Al paso de los meses, tanto Gabriel como Lupita se fueron
despintando, el color naranja lo estaban mudando –como cuando las serpientes
mudan de piel—y de plano lo echaron por el caño en el momento en que el hoy
alcalde, Arturo Dávalos Peña, no se dejó chantajear por estos “empresarios”.
El proyecto de Susana Rodríguez de meterlos al presupuesto
municipal, fracasó, pese a que su mamá le insistía en que ayudara a la pobre de
Lupita Bayardi, pues es su íntima amiga.
En poco tiempo, Jorge Villanueva –el dueño del CMQ—los rescató,
atrajo y los metió en el mismo costal en donde cohabitan (siempre para
conspirar) con la regidora Rodríguez Mejía, que, siendo parte del Cabildo y del
MC, prefirió aliarse con estos viejos mañosos para seguir sus fines torcidos,
en donde ponderan el beneficio personal y de grupo, por encima de los intereses
del verdadero sector privado, y, por supuesto, de Puerto Vallarta.
…LA VERGÜENZA DE HABER
SIDO
Como señalamos antes, Lupita Bayardi ex de Bejos, no tiene la
menor representatividad en la Iniciativa Privada, es un cero a la izquierda, no
tiene con qué hacerle frente a la mínima contingencia económica, por lo que,
por vergüenza debería dejarles el lugar a las nuevas generaciones.
En tanto, Gabriel Igartúa no es el mejor modelo de empresario
hotelero en la ciudad, por el contrario, su hotel (Las Palmas) está tan
descuidado, que se está cayendo a pedazos. Y no lo decimos nosotros, lo dicen
personas que se han hospedado ahí y se han quejado del mal servicio, de los
muebles viejos que hay en las habitaciones, que se desmoronan al tocarlos, con
baños sucios y con un área de comida que carece de las mínimas normas de
sanidad.
Pero bueno, por hoy se nos terminó el espacio. En otro
artículo les comentaremos los grandes pecados que tiene Gabriel Igartúa en el
sector hotelero; por lo que no es, ni será, un digno representante de la
Coparmex Vallarta.
Mientras ellos se aferran a un poder imaginario, como si
fuera su último aliento de vida, nosotros nos acordamos de la maravillosa letra
del tango de Carlos Gardel, que les queda como anillo al dedo:
“Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el
dolor de ya no ser… Sueño… con el pasado que añoro, el tiempo viejo que lloro y
que nunca volverá…”
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