Por Jorge
Olmos Contreras
Columnistas de Guadalajara aprovecharon la coyuntura
de una narco-fiesta en el penal de “Puente Grande”, para sacar a colación otra
vez el nombre del presunto empresario –que está preso-- Sergio Kurt Schmidt Sandoval,
a quien señalan como el personaje que tiene varios asuntos pendientes por
investigar, entre los que se encuentran el caso del uso de 6.3 millones de
pesos de dinero público para financiar en el teatro Vallarta el llamado
espectáculo “Fandango”.
En su columna “Puntos y Contrapuntos” de Mural del
domingo 14 de mayo, el periodista Pedro Mellado dice, por ejemplo, que “Habría
que recordar que a ese gasto se opuso el regidor vallartense Humberto Gómez
Arévalo, quien está desaparecido desde enero del 2015, caso por el cual se
investiga a Sergio Kurt, con quien el edil tuvo fuertes diferencias”.
El columnista de ese diario tapatío, también hace
alusión al Mochilas, al indicar sobre este mismo tema que “también tendría
mucho que decir y aclarar el ex Alcalde de Puerto Vallarta (2013-2015), Ramón
Demetrio Guerrero Martínez, también conocido con el alias de "El
Mochilas", a través de cuyo Gobierno se transferirían los 6.3 millones de
pesos a Schmidt Sandoval”.
El tema no es menor, en lo absoluto y no se puede
minimizar, mucho menos ahora que Ramón Guerrero anda vuelto loco en querer ser
candidato otra vez a la presidencia municipal de Puerto Vallarta, ya que un
equipo de profesionistas e investigadores tienen ya bajo la manga información
sumamente delicada que dejaría muy mal parado al Mochilas en caso de que se dé
a conocer a la opinión pública hoy, mañana o antes del proceso electoral del
2018.
SUSANA Y BETO,
ESTABAN EN LA MIRA
Son varios asuntos en un solo paquete, pero entre los
que destacan está precisamente el ambiente hostil que Ramón Guerrero generó
alrededor de dos regidores del MC durante su paso por la alcaldía. Una de las
asediadas fue la locutora Susana Mendoza Carreño y el otro Humberto Gómez
Arévalo, ni más, ni menos.
La investigación incluye una serie de anomalías que se
dieron tras las amenazas que hizo el Mochilas contra Humberto Gómez Arévalo
antes de su desaparición, y las graves omisiones de la Fiscalía del Estado, que
no hizo su tarea de investigar a fondo a Ramón Guerrero cuando fue alcalde de
Vallarta, pese a que fue constantemente señalado como presunto sospechoso de la
desaparición del ex regidor emecista.
Si la Fiscalía Central o la Regional no hicieron su trabajo
de investigar a fondo al Mochilas, es porque quizá estén metidos grupos de la
delincuencia organizada en la desaparición de Humberto Gómez Arévalo, y/o
tuvieron miedo, o de plano alguien les dijo que ya no le movieran al asunto.
Y es que cuando comienzan a relacionar otra vez el
tema de Sergio Kurt Schmidt Sandoval con el Mochilas y Humberto Gómez Arévalo,
vienen a la mente varias anécdotas de cómo El Mochilas operó para hacerle la
vida cansada al ex edil naranja, quien le sabía de todo al hoy diputado local y
a quien amenazaba con difundir información sobre la corrupción que reinó
durante su administración, como el supuesto dinero (varios millones de pesos)
que negoció Ramón con un desarrollo turístico hotelero que está en la punta de
Marina Vallarta, y en cuyo exclusivo
fraccionamiento compró dos costosas casas, una para él y otra para su
secretario particular, Oscar Pérez, mejor conocido como “El Chukie Mayor”.
NEGOCIAR LA
PLAZA
La sombra de Humberto Gómez Arévalo va a perseguir por
muchos años al Mochilas, no va a ser difícil que se deslinde o se desentienda
del ambiente de amenazas que cubrió la vida de su otrora amigo.
Si Sergio Kurt Schmidt Sandoval habla sin tapujos, es
probable que Ramón Guerrero sea citado ya no por la fiscalía del Estado, sino
por otras instancias como la propia Procuraduría General de la República.
Otro asunto que debe preocuparle al Mochilas, es la
supuesta negociación que hizo con una célula del cártel de Sinaloa, que en 2013
todavía reinaba en Los Altos de Jalisco, para nombrar como director de
seguridad pública a Roberto Rodríguez Preciado, mejor conocido como Robertito y
que hoy es magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, gracias a
las componendas del poder.
El mismo Centro de Investigación y Seguridad Nacional
(Cisen) tenía en su poder, en ese año 2013, información de que El Mochilas
estaba interesado en negociar la plaza con un grupo conocido como “Los
Güeritos” que operaban en Los Altos de Jalisco, y que por eso había colocado a
Robertito en seguridad pública, sin saber en lo que se estaba metiendo.
El problema fue que Ramón Guerrero, al sentirse
omnipotente y poderoso como alcalde de Puerto Vallarta, no reparó en que sus
presuntas negociaciones criminales afectaron a otros grupos rivales, que finalmente
sacaron de Vallarta, con granadazos y toda la cosa, a su flamante Director de
Seguridad Pública, como no recordarlo si estuvo de película el atentado
ocurrido en la calle Insurgentes en pleno centro de la ciudad.
CAMINO A LA
PERDICIÓN
Así las cosas, debemos entender que no estamos ante un
Ramón Guerrero honesto y que quería cambiar la seguridad de Puerto Vallarta
para bien. No, estamos ante un personaje, muy ambicioso él, que muy
probablemente estaba negociando la plaza a cambio de muchísimo dinero, para que
entraran delincuentes de Sinaloa y Jalisco a operar todo tipo de negocios
ilícitos en la ciudad, sin importarle en lo más mínimo lo que le pudiera
ocurrir a los vallartenses, en un camino perfecto a la perdición.
Por supuesto, toda esta información está en manos del
Cisen, en manos de gobernación y en manos de los líderes del MC. Lo saben tanto
Dante Delgado como Enrique Alfaro, por eso cuando en algunas columnas
financiadas por el gobierno del Estado que se difunden en redes sociales y
donde se asegura que “la decisión está tomada” y que el candidato del MC en el
2018 a la presidencia municipal, va a ser Ramón Guerrero, lo hacen sólo para
confundir, enfrentar y dividir a los naranjas de Vallarta.
Sin embargo, Enrique Alfaro, que no tiene un pelo de tonto,
sabe perfectamente de qué pie cojea Ramón Guerrero; y también sabe de la
ambición desmedida del Mochilas, esa que le impide conducirse por el camino
correcto, el de la honestidad y la transparencia. Pero aún más grave, Enrique
Alfaro tiene información de primera mano, de cómo Ramón se hizo rico en el
tiempo en que estuvo al frente de la alcaldía de Puerto Vallarta, de sus bienes
muebles e inmuebles, así como del derroche que hace en sus gastos personales.
Si alguien quiere que regrese Ramón Guerrero, primero
debe pensar en todo lo que hizo el gordito durante su administración, y de todo
el lodazal que va a salir por los asuntos delicados, tanto criminales en donde
podría estar metido, hasta de temas fehacientemente comprobados, de cómo robó y
se benefició desde la presidencia municipal de este sufrido, pero famoso Puerto
Vallarta.
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