Por Jorge
Olmos Contreras
Ni duda cabe que la elección del domingo en Puerto Vallarta
nos dejó una serie de lecciones a todos aquellos que subestimamos al diputado
Ramón Demetrio Guerrero Martínez, mejor conocido como El Mochilas, toda vez que
supo sortear todo tipo de obstáculos y adversidades para alcanzar la silla
presidencial, echando abajo con ello el mito de que sólo el PRI y el PAN pueden
acceder a la alcaldía vallartense.
Desde quienes lo dibujamos como el flautista de Hamelín,
pasando por las encuestas “patito” de Luis Alberto Alcaraz (el que decía que
nunca se equivoca en los pronósticos electorales) hasta las manipulaciones de
un doble lambiscón Rodrigo Aguilera que una semana antes de los comicios
publicó un sondeo –de una supuesta casa encuestadora de Colima—donde le daba 42
puntos al candidato del PRI, Adrián Méndez y 26 al Mochilas (y el domingo fue a
ponerse a las órdenes de Ramón Guerrero), todos nos equivocamos. Nuestras
apreciaciones, siempre subjetivas por la condición humana, hay que reconocerlo,
siempre fueron erróneas en este caso; debemos aceptar que no dimensionamos el
movimiento que logró despertar en
Vallarta Ramón Guerrero.
Y aunque en nuestros análisis fuimos claros al señalar que
los ciudadanos le darían un voto de castigo al PRI porque estaban hartos de un
gobierno que privilegió a los amigos, a los compadres y a los familiares por
encima del interés común, también fallamos al no observar que ese sufragio
sería a favor del Movimiento Ciudadano y no --por la hasta el domingo pasado segunda
fuerza política del municipio—por el Partido Acción Nacional.
Los factores que incidieron en la victoria de la coalición
Partido del Trabajo-Movimiento Ciudadano fueron muchos y muy variados, son dignos
de todo un estudio antropológico social, todo un reto para la tesina de algún
estudiante interesado, pero en nuestro caso, nos limitamos a analizar los
puntos clave que consideramos fueron determinantes en el triunfo del Mochilas y
la dolorosa derrota de Adrián Méndez y Humberto Muñoz Vargas.
LOS FACTORES DE LA
DERROTA
En el primero de los casos, es claro que el factor Chavita
fue el principal factor negativo que le dio al traste a la campaña del Archi,
quien nunca quiso entender que era de primerísima importancia hacer un pronunciamiento
fuerte para deslindarse de la administración de Salvador González Reséndiz.
Nunca recurrió a la auto crítica en su discurso y con ello envió un mensaje al
electorado de que seguiría el mismo camino del hijo menor de Rafael González
Pimienta, que no investigaría cuentas, que no denunciaría los malos manejos de
los recursos públicos y que, por lo tanto, sería un encubridor más de los
últimos dos alcaldes priistas.
En el centro de la ciudad y en colonias populares como La
Aurora y delegaciones como El Pitillal, Adrián Méndez recibió una paliza por
parte del Mochilas en la obtención de votos. Hoy sabemos que mucha gente se
inclinó por Ramón Guerrero por obras mal diseñadas y poco transparentes como el
malecón (ese mismo malecón que los columnistas lambiscones decían que iba a ser
determinante para que ganara el PRI) y por el abandono en que están sus
comunidades en materia de servicios públicos. Tan solo en calles y recolección
de basura, se le esfumaron miles de votos a Adrián Méndez.
Un segundo factor fue la división que se registró en los
diferentes grupos que peleaban la candidatura del PRI, ya que aunque se quiso
maquillar la escisión con una inexistente unidad –al meter a la planilla al
hijo de Andrés González Palomera y a Ramón Chávez—lo cierto fue que tanto la
gente de Ramón Chávez como de Andrés votaron en su mayoría por El Mochilas.
De hecho, Andrés González casi no se vio en la campaña de
Adrián Méndez, los abandonó a su suerte y eso hizo que los cientos de
seguidores que traía buscaran otra alternativa, y el cobijo lo encontraron con
el Mochilas. El caso de Ramón Chávez es más claro, toda la gente que traía y
que desdeñó al aceptar la posición número siete en la planilla del PRI, se fue
con el Movimiento Ciudadano.
LOS VOTOS DE ANDRES Y
RAMÓN CHÁVEZ
Ramón Chávez se debe estar dando de topes en este momento, ya
que Enrique Alfaro –el ahora guía moral del Movimiento Ciudadano—le puso en la
mesa 10 millones de pesos para que fuera el candidato del MC a la presidencia
municipal, y no quiso. No quiso porque una semana después Jorge Aristóteles le
prometió una y mil cosas y se dejó llevar por el canto de las sirenas.
Hoy, Ramón Chávez se queda fuera de la jugada, no podrá
entrar al próximo Cabildo y ya no puede regresar el tiempo en que, si hubiera
aceptado la candidatura del Movimiento Ciudadano, cuando menos tendría la
seguridad de ser edil junto con otros tres de sus compañeros o quizá toda la
planilla.
En cuanto a Andrés González, su omisión podría costarle su
nuevo proyecto político –ese que le tiene prometido Jorge Aristóteles para que
sea el candidato del PRI en el 2015—pues en el escenario surge la figura de
Rafael González Reséndiz, quien al haber ganado la diputación federal, se
convierte en el aspirante natural número uno a la alcaldía de Puerto Vallarta;
pero este punto será digno de otro análisis.
EL DESGASTE DE PERALTA
Y SUS OPERADORES
Por lo pronto, vamos a otro factor, el tercero que marcó la
derrota de Adrián Méndez. Este puntos nos dice que Archi pecó de confiado, que
dejó en manos inexpertas y desgastadas a operadores políticos que están muy
vistos y que la gente identifica y por lo tanto rechaza, como Giovanny Padilla
y otros que no pudieron contener la ola mochilista que se les vino encima, como
en El Pitillal, donde el responsable de la logística sufrió una paliza de
enormes proporciones.
Aunado a esto, Adrián se puso en las manos de Juan Carlos
Peralta, el mismo operador político que tuvo Javier Bravo y Salvador González,
un personaje nocivo que ya estaba sumamente desgastado y al que creían una
lumbrera electoral (pero ya vimos su realidad) y quien fue otro factor en la
derrota del PRI.
Se estima que en estos factores estuvo el despeñadero del PRI
en Vallarta, ya que podrían haberse ido al Movimiento Ciudadano entre 15 y 20
mil votos tricolores.
Por otra parte, debemos preguntarnos asimismo qué fue lo que
sucedió con el candidato del PAN, Humberto Muñoz Vargas, por qué la mayoría de
la gente no volteó a verlo si se trataba de darle un voto de castigo al mal
gobierno priista. La respuesta está en una mala campaña, una estrategia mal
diseñada y mal aplicada porque se privilegió la decencia y la supuesta honradez
frente a dos adversarios que recurrieron a todo tipo de mañanas para poder
ganar los comicios.
Mientras Ramón Guerrero hacía su campaña profunda e
inteligente, los del PRI y el PAN se dedicaron a cuidarse mutuamente, al grado
de pensar que el enemigo estaba entre ellos y no en El Mochilas, a quien
desdeñaron y subestimaron –como nosotros mismos—y al que nunca vieron por dónde
se les metió, por dónde se les coló con
los resultados que ya todos sabemos, que son de felicidad para muchos y de
tristeza y arrepentimiento para otros.
A Humberto le faltó un buen equipo de campaña, tener
creatividad, maliciar un poco las cosas. Hoy, cuando ya es demasiado tarde,
quizá ya entendió que las elecciones se ganan con artimañas, no con decencia,
pues mientras él lanzaba discursos y boletines, los otros no sólo hacían eso, sino
que repartían despensas, vales, dinero en efectivo y regalaban todo tipo de
cosas para obtener resultados.
La traición en el PAN no fue determinante en la derrota de
Humberto, fue una mala campaña político electoral. Lo mismo sucede con el
Mochilas, los panistas disidentes no influyeron en su triunfo, sino la
estrategia que siguió en toda su campaña. Con o sin panistas traicioneros,
Ramón Guerrero igual habría ganado.
Hoy hay que darle vuelta a la hoja, unirse y trabajar por
Puerto Vallarta, máxime cuando tendremos un cabildo muy plural, con Tito
Yerena, Adrián Méndez y Humberto Muñoz como regidores de oposición, aunque nos
hubiera gustado tener a Margarita Quintero (que mucho le va a ser falta a
Humberto) dentro del pleno del Ayuntamiento.
INFORMACION CLASIFICADA
AUNQUE EL PRI SE
PREPARA PARA IMPUGNAR LA ELECCION, es un hecho que no prosperará, ya que al contabilizarse
todas las boletas electorales, el Mochilas obtuvo, 37 mil 698 votos contra 35
mil 508 de Adrián Méndez, es decir, una diferencia de dos mil 190 sufragios, lo
que representa más de dos puntos porcentuales. Por ley, no ha lugar para contar
voto por voto cuando el margen entre el ganador y el perdedor sea más del dos
por ciento, como es el caso.
TODO UN CASO PARA LAS
AUTORIDADES FEDERALES
representa un empleado del Sistema de Administración Tributaria (SAT) de la
SHCP de nombre Christian Flores Calderón, quien además de trabajar en Hacienda,
presuntamente se dedica a la venta y distribución de películas y CDs de música
piratas en Bahía de Banderas, de donde obtiene jugosos dividendos. Todo estaría
bien, pero resulta que la comercialización de fonogramas es un delito que se
castiga con varios años de prisión.
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