Por Jorge
Olmos Contreras
Como lo anticipamos en este espacio, en una junta privada que
tuvo lugar en Nuevo Vallarta, el gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval
Castañeda había dicho que “aunque sea a bola de chingadazos” ganarían la
elección de Bahía de Banderas. Y así fue, todo el aparato gubernamental operó
para robarle en forma descarada el triunfo al candidato del PRD, Héctor
Paniagua Salazar, cuyos abogados ya preparan la impugnación de los comicios del
domingo por las graves irregularidades detectadas y el atropello cometido por
personas ligadas al PRI y al Ayuntamiento para darle la victoria “a huevo”, a
José Gómez Pérez.
La operación para arrebatarle a Héctor Paniagua la elección,
incluyó el manejo del Consejo Municipal Electoral a través de empleados de la
notaría de Jorge Careaga que fueron contratados exprofeso para realizar el conteo
de boletas y transmitir datos alterados al Programa de Resultados Electorales
Preliminares (PREP).
Héctor Paniagua ganó la elección según las actas de
escrutinio de cada casilla electoral, por eso alrededor de las 10:30 de la
noche ya festejaban en su casa de San Juan de Abajo, mientras él se reunía con
Jesús Zambrano y Gustavo Madero, los dirigentes nacionales del PRD y del PAN,
en Puerto Vallarta para luego trasladarse a Bahía de Banderas.
Sin embargo, el gobierno del Estado puso en operación la segunda
etapa del plan que tenían para quitarle el triunfo a Paniagua, sobre todo
cuando observaron que en el conteo del PREP el candidato del PRD mantuvo la
ventaja durante mucho tiempo.
De la preocupación, los priistas pasaron al pánico y por ello
dieron la orden directa de que se interceptaran las urnas que todavía no
llegaban al Consejo Municipal Electoral, para “embarazarlas” o de plano que se
las robaran para evitar más votos a favor de Héctor Paniagua.
Las cosas se pusieron violentas cuando los agentes de
tránsito al mando de José Ramón Álvarez comenzaron a detener vehículos a
diestra y siniestra, bajaban a las personas a punta de pistola y revisaban los
coches para ver si traían alguna urna o actas que llevaran al Consejo
Electoral.
Por otro lado del municipio, los escoltas del presidente
municipal, Rafael Cervantes Padilla, cual sicarios en acción, persiguieron con
sus camionetas al hijo de Ismael Duñalds, chocaron varias veces el automóvil
del muchacho para que se detuviera, porque pensaban que llevaba una urna al
Consejo Electoral.
En este contexto, existe por lo menos un reporte de robo de
urnas que después aparecieron por arte de magia en el Consejo Electoral, cuyas
boletas, curiosamente de las últimas en contar, traían el doble de votos a
favor del candidato priista, José Gómez Pérez.
Así las cosas, el cochinero electoral estuvo en su máxima
expresión al interior del Consejo, donde se declararon 973 votos nulos –los
suficientes para que en el conteo del PREP ganara Héctor Paniagua--, pero no se
explicó nadie, mucho menos a la opinión pública, el porqué de esa nulidad de
boletas.
Hay que recordar que para derrotar a Julio Larios en la
pasada elección, dentro del mismo Consejo Electoral se permitió que persona
ajenas rayaran las boletas para después anularlas, y hoy no se descarta que
haya pasado lo mismo, pues la orden del gobernador era ganar a como fuera
lugar, incluso a chingadazos.
Antes, al cierre de las casillas electorales, otros
operadores contratados por el gobierno del Estado y que también trabajan para
Roberto Sandoval como los conductores de noticieros, Alejandro Gándara y Lorena
Martínez, comenzaron a difundir información falsa de que José Gómez había
ganado la elección con una diferencia de 15 puntos porcentuales. Atribuían sus
datos con una supuesta encuesta de salida de la firma Consulta Mitosky, que resultó totalmente falsa.
Dos enemigos de Héctor Paniagua, Carlos Moret y su esposa,
Ema Araceli Barba –ex regidora priista cuyos principios dejó por los suelos por
un encono personal contra Paniagua--, también se prestaron al juego para
difundir en redes sociales a temprana hora que Héctor Paniagua había perdido
con 15 puntos de diferencia. Es más, Carlos Moret se atrevió a decir que
Paniagua aparecía en tercer lugar.
A Ema Araceli Barba y a su esposo pronto se les olvidó cómo
han sido tratados por el PRI, que ella misma denunció con documentos en mano
–cuyas copias tiene este columnista—la violación a la legislación electoral por
parte de José Gómez y Omar Reynoso, por claros actos anticipados de campaña y
donde advertía que eso era suficiente para que se anulara la elección.
Sin embargo, en la última etapa de la campaña se olvidó de
los agravios priistas en su contra, y se le dejó ir a la yugular a Héctor
Paniagua. Fueron tan burdos que primero presumían la victoria de 15 puntos de
José Gómez y en el transcurso de la noche estaban asustados porque Paniagua
llevaba la delantera, hasta que al final dijo la misma Ema “pudo descansar mi
corazón”.
Esto mientras que los locutores que el gobierno del Estado le
prestó a Radiorama Vallarta, Alejandro Gándara y Lorena Martínez, operaron
durante toda la campaña en la casa de visitas del gobierno del Estado en Nuevo
Vallarta –desde luego, utilizando recursos e infraestructura pública para
beneficiar al candidato del PRI—y el día de la jornada se apresuraron a cantar
el triunfo de José Gómez, con tal lambisconería, que hasta entrevistaron al
priista –cuando todavía ni arrancaba el conteo del PREP—alrededor de las 19:00
horas para preguntarle cuál sería su proyecto de gobierno.
Antes, durante la jornada electoral, la compra de votos por
parte del PRI estuvo a la orden del día, se descubrió una casa de concentración
de personas para hacer la operación carrusel en San Vicente y se denunció el
obsequio de despensas con el nombre de José Gómez y los logotipos del PRI para
que la gente votara por el abanderado tricolor.
El robo fue descarado, ahora hay que ver si los dirigentes de
partido y candidatos afectados, tienen los pantalones suficientes para defender
la elección en la mesa, toda vez que las evidencias son evidentes y tan
contundentes que no dejan lugar a dudas de que se cometieron graves
ilegalidades como para anular los comicios o reconocer que los resultados de
las actas de escrutinio tomadas por los partidos en las casillas, no coinciden
con los números que el Consejo Municipal Electoral reportó al PREP.
Hay datos tan duros, como el de una persona que fue
“levantada” –ojo, hay que recordar que en esas tareas andaban los escoltas del
alcalde—con paquetería electoral (paquetes que después habrían alterado para
sumar votos a José Gómez) y que todavía no aparece. Sus familiares ya lo
buscaron en la policía, en los juzgados y en las demarcaciones, y no lo
encuentran.
Los dirigentes nacionales tienen mucho qué reclamarle al
secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ya que nada hizo para
exigir en forma categórica al gobernador de Nayarit que sacara las manos del
proceso, simplemente les dijo que sí lo iba a hacer, pero nunca actuó.
Tanto Jesús Zambrano como Gustavo Madero tienen una
herramienta poderosa para hacer que el gobierno federal intervenga y resarza el
cochinero de Bahía de Banderas, limpie la elección y diga quién ganó realmente
los comicios, y esta es su condición para votar reformas secundarias que desea
el presidente Peña.
El presidente de México debe dar una señal clara de que en su
sexenio no se deben permitir este tipo de marrullerías electorales, que tiene
el liderazgo suficiente para ordenar que se limpie el cochinero de Bahía de
Banderas.
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